Los Picapiedra es una de las caricaturas más queridas e icónicas de todos los tiempos. Producida por Hanna-Barbera y estrenada en septiembre de 1960, estos simpáticos personajes han trascendido generaciones, llegando incluso a tener una versión live-action que el público recuerda con mucho cariño.
No obstante, existe una teoría por parte de los fanáticos que podría señalarnos que todo este tiempo hemos entendido mal a Los Picapiedra. La premisa de la serie se desarrolla en la Edad de Piedra y es una sátira de la vida cotidiana de la sociedad norteamericana del siglo XX, pero en la era prehistórica, donde los dinosaurios, tigres dientes de sable y mamuts sustituyen a los aparatos tecnológicos modernos. Pero, ¿qué tal si la historia realmente no se ambientara en el pasado, sino en un futuro lejano?
La teoría que ronda el internet afirma que las familias Picapiedra y Mármol viven en un mundo postapocalíptico resultado de una catástrofe nuclear. Para empezar, es muy extraño el hecho de que todos los humanos que viven la ciudad de Piedradura se comporten como si estuvieran familiarizados con las comodidades modernas, además de enfrentarse con conflictos muy actuales.
Tal vez todos los ciudadanos de Piedradura estén acostumbrados a todo lo que consideramos contemporáneo debido a que alguna vez conocieron este tipo de vida. Dice la teoría que luego de un desastre nuclear de gran alcance, los humanos tuvieron que empezar de cero e intentaron recrear la vida moderna con las herramientas y los materiales que tenían a la mano. Con los desechos nucleares, los animales habrían evolucionado, algunos ganando inteligencia, o en el caso de los dinosaurios, teniendo una segunda oportunidad de vida.
Incluso esta loca teoría se complementa con el hecho de que Los Supersónicos (también propiedad de Hanna-Barbera) estaría ambientada, cronológicamente hablando, después de Los Picapiedra, siendo estos últimos el resultado de los desperdicios generados por todos los avances en tecnología. Resulta ser una teoría muy rebuscada, y un tanto descabellada, sin embargo no deja de ser digna de llamar la atención.