El 28 de noviembre de 2013, Paul Walker se conectó a Twitter para desear a sus seguidores un feliz Día de Acción de Gracias. Ese año, el actor de Rápido y furioso y +rápido + furioso tenía muchas razones para estar agradecido: la sexta entrega de su querida franquicia cinematográfica había batido récords de taquilla y comenzaba a producir sus propias películas.
Sin embargo, solo dos días después, el 30 de noviembre, Paul Walker falleció en un trágico accidente automovilístico a la edad de 40 años. Conocido por su filantropía, Walker había pasado ese día en un evento de recolección de juguetes para su organización benéfica de ayuda en desastres, Reach Out Worldwide, fundada tras el terremoto de 2010 en Haití.
Un trágico adiós: El accidente automovilístico que terminó con la vida de Paul Walker
El también actor de Frecuencia mortal y Rescate en la Antártida abandonó el evento de muy buen humor justo antes de las 3:30 p.m. Atraído por los coches de alta velocidad, al igual que su personaje en la franquicia de Rápido y furioso, Walker había organizado el evento en un taller de autos de alto rendimiento en Santa Clarita, California, propiedad de él y su amigo Roger Rodas.
Walker y Rodas dejaron el evento en un Porsche Carrera GT 2005, con Rodas al volante y Walker de copiloto. El auto no era un superdeportivo común. Este vehículo, promovido como un coche de carreras para las calles y con un precio de 450,000 dólares, era conocido por su velocidad increíble y su manejo extremadamente difícil, lo que lo hacía intimidante para algunos conductores.
Según algunos expertos, el Carrera GT era “un auto peligroso” para un conductor promedio debido a la ausencia de control de estabilidad electrónico, una característica que ayuda a prevenir que las ruedas traseras patinen en las curvas. Esta falta de tecnología de seguridad, sumada a su diseño ligero y potente, lo hacía especialmente desafiante y arriesgado.
El atractivo del Carrera GT radicaba en su regreso a las raíces del automovilismo clásico, pero esto también significaba que carecía de algunas de las características de seguridad modernas. El coche de Walker y Rodas se estrelló a solo unos cientos de metros del taller de Santa Clarita, circulando a unos 160 kilómetros por hora antes de chocar contra una acera, un árbol, un poste de luz y luego otro árbol, estallando en llamas.
Los asistentes al evento, incluido el hijo pequeño de Rodas, corrieron inmediatamente al lugar del accidente. Antonio Holmes, amigo de Walker, describió la escena como una de las más horribles en la historia de Hollywood: “Estaba envuelto en llamas. No había nada que hacer. Estaban atrapados. Empleados, amigos de la tienda, todos lo intentamos, incluso usamos extintores”.
La franquicia Rápido y furioso cambió para siempre luego de la muerte de Walker durante la producción de Furious 7 de 2015, hasta el punto en que el director James Wan consideró cerrar la película para siempre. En declaraciones a The Hollywood Reporter, Wan reflexionó sobre el fallecimiento de Walker y lo que hizo falta para terminar el resto de la película.
“Definitivamente fue la película más difícil de mi carrera. He hecho películas técnicamente desafiantes desde entonces, pero Furious 7 alcanzó muchos niveles diferentes, especialmente uno emocional”, dijo Wan. “Cuando ocurrió el fallecimiento de Paul Walker, pensamos: '¿Cerramos la película para siempre?' Pero colectivamente sentimos que esta película tenía que ser el legado de Paul”, sentenció el también director de El conjuro y Aquaman.
Furious 7 termina con un homenaje al difunto actor, mientras los personajes de Brian O'Conner (Walker) y Dominic Toretto (Vin Diesel) conducen juntos, terminando con los dos girando en direcciones separadas. Wan dijo que esta era la parte más difícil de la producción: "El momento más complejo fue editar el final donde nos despedimos de Paul. Fue muy emotivo”.
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