No es de extrañar para nadie que la saga de Harry Potter sea una de las franquicias más aclamadas que existen en el mundo de la ficción. Aunque es complicado determinar si La cámara secreta, La órden del Fénix o alguna más es la favorita definitiva, no hay duda en que al menos en el top tres se encuentra Harry Potter y el prisionero de Azkaban.
Dirigida por el mexicano Alfonso Cuarón, la tercera entrega de la saga nos presenta por primera vez al misterioso Sirius Black, interpretado por el magnífico Gary Oldman, un fugitivo que escapó de la prisión más peligrosa del mundo mágico. Pero aún con esta gran aparición es Emma Watson quien se lleva toda la atención cuando su personaje entra en conflicto con el de Tom Felton.
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Alrededor de los 83 minutos Hermione, Harry (Daniel Radcliffe) y Ron (Rupert Grint) observan a Draco y sus amigos riendo sobre la ejecución de Buckebeak por lo que la hechicera se acerca molesta a Malfoy y apunta su varita directo a su cuello. Aunque es convencida por Ron de que no vale la pena hacerle daño, Hermione opta por devolver un icónico puñetazo a la cara de su rival, pero de acuerdo con el guion, esto debía suceder diferente.
El papel decía que la actriz de Mujercitas debía darle una bofetada al personaje de Felton y en los ensayos, en vez de simular la agresión, Watson verdaderamente golpeó a su compañero de reparto con todas sus fuerzas. Después de la sonora cachetada la actriz confesó que no sabía qué estaba pensando en ese momento y se disculpó con el futuro actor de Altered.
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Sin embargo, en el corte final, que vemos en El prisionero de Azkaban, Emma Watson volvió a sorprender con un cambio reemplazando la bofetada por el puñetazo directo al rostro de Felton. La siguiente línea de Hermione tras hacer esto es preguntar si estuvo bien y todos coincidimos con Ron cuando dijo: "No bien, ¡brillante!", pues nos dejó una de las mejores escenas de la franquicia.
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