La saga de Mad Max, que comenzó con Mad Max: Salvajes de autopista en 1979, seguida por Mad Max 2: El guerrero de la carretera en 1981 y Mad Max 3: Más allá de la cúpula del trueno en 1985, se desarrolla en un mundo donde la civilización ha colapsado debido a problemas profundamente arraigados en la organización y el carácter de la sociedad.
Estas películas de George Miller y Mel Gibson se inscriben en el contexto del cine popular de la década de 1980, una época de transición desde la figura del justiciero solitario típico de los años 70 al ‘hard body’ de los años 80, que representa a un héroe luchando solo contra una sociedad cada vez más deteriorada, plagada de crimen, violencia y corrupción, actuando sobre sus propios principios y compromisos.
La hipermasculinidad de Immortan Joe: Una fachada de poder en un cuerpo frágil
La escena de apertura de Mad Max: Furia en el camino, estrenada en 2015, muestra a Max (Tom Hardy) como un personaje solitario, deteriorado física y mentalmente. Con el cuerpo y la cara cubiertos con harapos, Max consigue una apariencia dura, pero huye al sentirse amenazado. Es rápidamente despojado de sus ropas y afeitado por el ejército de los War Boys, y la exposición de su cuerpo desnudo e inmovilizado evidencia su vulnerabilidad.
Este mundo distópico está construido sobre los pilares de la violencia y la agresividad. La dinámica hipermasculina de los personajes lleva al extremo las prácticas asociadas a la violencia, luchando tanto por el agua y la gasolina como por la sangre y la leche humana, todos fluidos esenciales para sobrevivir en un mundo destruido por la avaricia y la codicia de poder.
La explotación de los personajes se centra en sus cuerpos. Max, por ejemplo, es valorado únicamente por su sangre, ya que al ser donante universal, es utilizado en el frente del coche de Nux (Nicholas Hoult) como emblema. Esto evidencia que el protagonista no es capturado para ser un guerrero, rol predeterminado para los hombres bajo el mandato de Immortan Joe, sino que su cuerpo es instrumentalizado para producir vida en lugar de muerte.
La representación de la vulnerabilidad es ilustrada en la presentación de Immortan Joe (Hugh Keays-Byrne), un personaje que se construye una fachada de inmunidad hipermasculina a partir de su indumentaria. Niños soplan polvo blanco sobre su piel enferma y herida, colocan una armadura rígida sobre su pecho y hombros, mostrando insignias de batalla que lo revalidan como líder y, finalmente, colocan el símbolo del imperio sobre su pelvis, subrayando el carácter patriarcal de su autoridad.
Joe mismo coloca sobre su cara una máscara que ofrece un aspecto aterrador, pero de la cual depende para respirar. A pesar de la extrema fragilidad de su cuerpo, Joe se convierte en rígido e inviolable cada vez que se expone públicamente.
En contraste, las esposas de Joe, cuyos cuerpos siempre han sido inermes, desprovistos de armas o armaduras para defenderse, al principio de la película apenas cubren sus cuerpos. Sin embargo, cubrirlos no las hace inmunes. A medida que la película avanza, estas mujeres, guiadas por Furiosa (Charlize Theron), se atavían con nuevos trapos, ropajes y accesorios, simbolizando su adaptación al nuevo entorno y la creciente resistencia a la explotación de su vulnerabilidad.
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