Corría el año de 1987, y la productora Cannon Group no estaba atravesando un muy buen momento, ya que se encontraba en un crisis financiera, al borde de la bancarrota. Fuera de los filmes protagonizados por Chuck Norris, el estudio no recibía muchos ingresos de otras producciones.
Sin embargo, aún había un poco de esperanza antes de tirar la toalla de forma definitiva, pues habían tres películas que todavía podían darle una nueva oportunidad a Cannon Group, siendo Superman IV, Over The Top y Masters of the Universe las cintas que despertaban ilusión. Considerando que los tres largometrajes contaban con actores de renombre, parecía haber un poco de luz al final del túnel.
Mattel, entusiasmada por llevar a cabo un live-action de He-Man y Skeletor, aceptó ser parte del proyecto, y bajo la dirección de Gary Goddard, Masters of the Universe se puso en marcha, teniendo a Dolph Lundgren en el rol protagónico. No obstante, lo que en un comienzo pintaba muy bien, al final terminó siendo todo lo contrario, puesto que Mattel tardó en ofrecer su participación, razón por la cual, el estudio tuvo que empezar el rodaje con un presupuesto muy limitado.
Una vez que la película fue estrenada en cines, la reacción que despertó dentro de la crítica profesional no fue para nada favorable, motivo que influyó en el desempeño de la taquilla. Habiendo tenido un muy buen arranque, las ventas de boletos para ver la cinta comenzaron a desplomarse en caída libre. Masters of the Universe únicamente logró recaudar 17,3 millones de dólares, contra un presupuesto de 23 MDD. En pocas palabras, todo se trató de un rotundo fracaso.
Cannon Group, muy confiada de que a este proyecto en particular le iría bien, ya tenía en desarrollo una secuela, e incluso su guion ya estaba listo. La segunda entrega llevaría por nombre 'Masters of the Universe 2: Revenge of the Beast', pero tras el pésimo recibimiento que tuvo el filme original, todos los planes quedaron más que cancelados.
Para colmo, los fracasos en conjunto de Superman IV y Over The Top pusieron el último clavo en el ataúd de Cannon Group, marcando así el final definitivo de la casa productora, y resultando en una triste historia que terminó dejando sin empleo a una gran cantidad de realizadores.
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