Jean-Jacques Annaud ha sido la mente maestra detrás de grandes filmes del siglo XX, como lo son La guerra del fuego (1981), El oso (1988) y Siete años en el Tíbet (1997). No obstante, la que es, sin lugar a dudas, no sólo su obra más conocida, sino que incluso una de las mejores películas de la historia, es El nombre de la rosa (1986), filme que adapta la novela homónima de Umberto Eco.
Sean Connery, protagonista de esta cinta, desde tiempo atrás siempre había tenido la mala fama de ser una persona muy difícil, problemática a la hora de trabajar y con una actitud detestable. Annaud, antes de filmar El nombre de la rosa, recibió estas advertencias, sin embargo, para su sorpresa, Sean demostró ser todo lo contrario durante el rodaje, forjando una muy buena relación laboral.
Desafortunadamente, aunque Connery se comportó de lo más profesional, fue otro ganador del Óscar el que le hizo la vida imposible al director francés. F. Murray Abraham acababa de ganar un Premio de la Academia por su interpretación de Antonio Salieri en la película biográfica de Mozart, Amadeus, de Miloš Forman, cuando Annaud lo contrató para interpretar al inquisidor Bernardo Gui en El nombre de la rosa.
Después de casi 40 años de haberse estrenado este legendario largometraje, el cineasta sigue expresando lo mal que la pasó trabajando al lado de Abraham, pues, de acuerdo con sus propias palabras, el actor tenía un carácter terrible, fundamentalmente malicioso y soberbio.
F. Murray Abraham, además de tener un comportamiento que dejaba mucho que desear, tampoco respetaba el tiempo de los demás, situación que, en su momento, hizo molestar mucho a Sean Connery. “Le llamamos para recordarle sus obligaciones contractuales, pero se negó a venir. Se suponía que debía estar allí a las 7 de la mañana y no llegó hasta las 12 de la noche."
"Vino a verme y le dije que su escena había sido pospuesta hasta el final del rodaje y que debía quedarse aquí y pagar los gastos resultantes de su propio bolsillo. Luego me miró y dijo: '¡Touché!' Así que me pagó y rodamos su última escena el último día de rodaje”, comentó Annaud, recordando con amargura lo complicado que fue dirigir a Abraham.
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