Dentro del basto mundo de la ciencia ficción podemos enlistar películas que han marcado hitos en la narración visual y temática del género. Una de estas obras fue dirigida por el aclamado cineasta alemán Wim Wenders y se destaca no solo por su innovadora trama, sino también por su impresionante duración.
Aunque a inicios del siglo XX Georges Méliès deslumbró al mundo con Un viaje a la luna, a lo largo de las década el cine de ciencia ficción evolucionó hacia formas cada vez más épicas, con películas como Metropolis, 2001: Odisea del espacio y la primera trilogía de Star Wars estrenada en 1977. Sin embargo, ninguna de ellas supera en duración a Hasta el fin del mundo.
En su trama, la película sigue a Claire Tourneur, interpretada por Solveig Dommartin, quien conoce a Sam Farber, un personaje misterioso interpretado por William Hurt. Farber viaja por el mundo con una cámara especial para registrar la vida de su madre ciega, Edith, interpretada por Jeanne Moreau, y proyectar las imágenes en el cerebro de Claire en un laboratorio secreto.
La versión original de la película tenía una duración increíble de 20 horas, que luego fue reducida a aproximadamente dos horas y media debido a exigencias contractuales. A pesar de esto, los espectadores norteamericanos vieron una versión de 158 minutos, mientras que los europeos tuvieron la oportunidad de disfrutar de 179 minutos de esta épica cinematográfica.
A pesar de ser aclamada por la crítica, la película no tuvo un gran éxito en taquilla, recaudando solo 752,000 dólares. Sin embargo, Wim Wenders decidió crear un "montaje del director" a partir de los negativos originales, que llegó a durar unos impresionantes 287 minutos, casi cinco horas de metraje.
Así, Hasta el fin del mundo se destaca como una obra monumental en el cine de ciencia ficción, no solo por su duración, sino también por su audaz narrativa y su visión única del futuro.