Ambientada en un pequeño pueblo estadounidense hacia finales de los 80, Amor, mentiras y sangre configura una mezcla de criminalidad, violencia y sensualidad. La película evoca el estilo cinematográfico de los hermanos Ethan y Joel Coen, recordando obras como Fargo y Blood Simple. Sin embargo, la directora Rose Glass infunde un tono más barroco y macabro, transformando una trama de lujuria y asesinato en algo mucho más profundo y perturbador.
Jackie (Katy O'Brian) decide establecerse en un polvoriento pueblo de Nuevo México alrededor de 1989. Ella escapa de su turbulento pasado con el sueño de ganar una competencia de culturismo en Las Vegas. Cuando llega al gimnasio local, la mujer hace sentir su presencia de inmediato y Lou (Kristen Stewart), la gerente, queda instantáneamente enamorada de la dureza y el atractivo sexual de Jackie.
Sin embargo, Lou se molesta al saber que Jackie trabaja en el campo de tiro bajo las órdenes del dueño, conocido como Lou Sr. (Ed Harris), un hombre sumamente peligroso de quien Lou prefiere mantenerse alejada. Pero sus caminos inevitablemente se cruzan por una preocupación compartida: Beth (Jena Malone), la hermana de Lou e hija de Lou Sr. que sufre violencia y maltrato por parte de su esposo, JJ (Dave Franco).
Stewart y O'Brian queman la pantalla con una química ardiente. Tienen una atracción física obvia que rápidamente las lleva a planificar una relación idílica. No obstante, Ed Harris resalta como una figura imponente y amenazadora; su personaje es un titiritero que espera obediencia, sumisión y orden por parte de los demás. Con el pelo largo a los costados flotando junto a su calva, el villano exuda una confianza espeluznante que domina la película. Es un veterano cuyos nervios no se alteran fácilmente.
Los insectos como símbolos de poder en ‘Amor, mentiras y sangre’
Para ilustrar de manera eficaz el dominio y el poder que Lou Sr. ejerce sobre los demás, la directora británica utiliza un elemento simbólico distintivo que ya había explorado en su aclamada ópera prima, Saint Maud: los insectos. Este pequeño pero potente símbolo se convierte en una metáfora visual recurrente a lo largo de la película, destacando las dinámicas de control y manipulación que infunden terror y fascinación a partes iguales.
En la película de 2019, protagonizada por Morfydd Clark, la cucaracha que Maud ve en el techo al comienzo del relato regresa más tarde como un rastreador espeluznante en su apartamento. El insecto se desliza por el espacio para llegar a la pared junto a una cruz colgante y desde ahí, se emite la voz profunda y retumbante de Dios, quien calma las preocupaciones de la joven fanática religiosa. Un ser aparentemente insignificante es una especie de poderoso mensajero divino.
Ahora, en Amor, mentiras y sangre, los insectos se ven en la oficina de Lou Sr., donde guarda una colección de escarabajos Hércules, tanto adultos como larvas. Los espectadores con fobia a los insectos no estarán muy contentos con estas imágenes, pero los entusiastas de los pequeños animales podrían darse cuenta de que este insecto en particular es uno de los más fuertes y grandes del mundo. No es de extrañar que Lou Sr. guarde estos insectos especiales como una forma de demostrar su poder.
La sórdida actuación de Ed Harris es la de un padre terrible, que trata su colección de insectos con manos suaves. Es como si él fuera Dios para ellos. Pero cuando su hija planea vengarse de él, Lou Sr. no muestra piedad con sus insectos: se mete uno en la boca y lo muerde. Coleccionarlos fue sólo un juego de poder para este hombre. Así es como Glass, en sus dos películas, profundiza en temas de poder y sometimiento, mostrando cómo estos pequeños seres, a menudo ignorados o repudiados, pueden representar fuerzas dominantes y omnipresentes en nuestras vidas.