Una nueva película llegó a los cines de la mano de Marco Bellocchio, para poner en tela de juicio al Vaticano con una historia que trasciende la ficción y se adentra en los oscuros pasillos de la historia real.
Y es que en su trama, El secuestro del Papa relata la historia real de Edgardo Mortara que a la edad de entre seis y siete años fue separado a la fuerza de su familia judía por las autoridades católicas bajo el argumento de que había sido bautizado en secreto. Dado que era 1858, las normas de la iglesia decían que el niño debía ser educado como católico, lo que supuso el inconformismo de sus padres judíos que emprendieron 12 años de luchas legales para recuperarlo.
En su trama, la película nos muestra esta lucha entrelazada con el proceso de unificación italiana y las rebeliones contra el gobierno del Papa Pío IX.
La producción de El secuestro del Papa fue un desafío monumental, con locaciones en diversas partes del mundo para recrear con precisión la atmósfera de la época. Marco Bellocchio trabajó meticulosamente para capturar la esencia de la historia y trasladarla a la pantalla grande con la mayor fidelidad posible.
Sin embargo, la verdadera historia de Edgardo Mortara va más allá de la ficción. Nacido en el seno de una familia judía, Edgardo fue bautizado como católico a la edad de seis años por una sirvienta de la familia. Este acto secreto desencadenó una serie de eventos que llevaron a las autoridades católicas a ordenar la separación de su familia y su educación como católico.
A pesar de los esfuerzos de la comunidad judía y protestante para denunciar el caso, Edgardo fue finalmente enviado a una institución católica donde fue educado en la fe católica. Su historia ha sido objeto de debate y controversia durante décadas debido a que él incluso llegó a considerar al Papa como un padre y murió siendo sacerdote a los 88 años de edad.