El Vaticano ha mantenido a lo largo de los años una relación tensa y cautelosa con el mundo cinematográfico, especialmente cuando se trata de películas que abordan temas polémicos o críticos hacia la Iglesia. Películas como La última tentación de Cristo de Martin Scorsese, que imaginaba a Jesús luchando con todo tipo de tentaciones humanas, fue denunciada por la Santa Sede como blasfema. Del mismo modo, El crimen del padre Amaro, protagonizada por Gael García Bernal y Ana Claudia Talancón, que mostraba corrupción y transgresiones morales dentro del clero, recibió críticas severas y protestas por parte de sectores católicos.
A pesar de ello, el cine no ha temido adentrarse en los enigmas y oscuros corredores del Vaticano, explorando conspiraciones y escándalos en su interior. La saga de Dan Brown, que incluye El código Da Vinci, Ángeles y demonios e Inferno, destaca por plantear teorías conspirativas que involucran secretos antiguos custodiados y ocultados por la Iglesia. Aunque recibidas como entretenimiento por el público masivo, estas adaptaciones también han generado su cuota de controversia y debate sobre la representación de la religión y la historia.
Entre la devoción y la controversia: La película que coloca al Vaticano en el ojo del huracán
Este fin de semana, las salas de Cinépolis y Cinemex presentarán una nueva adición a este género controversial con el estreno de una película italiana que promete captar la atención tanto del público religioso como de la audiencia secular. El secuestro del Papa, el más reciente drama de Marco Bellocchio, reconstruye la historia real de un niño judío que fue secuestrado y criado a la fuerza como cristiano en la Roma del siglo XIX.
La película del venerado autor italiano se centra en Edgardo Mortara, un niño judío que en 1858 fue arrancado de su hogar en Bolonia para ser criado dentro de los muros del Vaticano. La controversia surgió tras revelarse que Edgardo había sido bautizado en secreto como cristiano por una sirvienta de la familia, un acto que según las leyes eclesiásticas de la época justificaba su traslado forzoso para garantizar su educación en la fe católica.
Este evento no solo causó un cisma entre las comunidades religiosas, sino que también provocó un intenso debate público y político que llevó al Vaticano a emitir comentarios defensivos. La implicación del Papa Pío IX en el secuestro fue especialmente polémica, colocándolo en el centro de acusaciones internacionales que lo señalaban como directamente responsable de la custodia de Mortara, lo que a su vez alimentó críticas y condenas hacia la política vaticana de la época y su influencia en asuntos civiles.
El veterano realizador de 84 años, responsable de títulos como El traidor de la mafia y Dulces sueños, estuvo el año pasado promocionando El secuestro del Papa en los cines italianos, suscitando un debate sobre el papel de Pío IX en el secuestro y el hecho de que el Vaticano nunca pidió perdón por este acto de violencia. El Gran Rabino de Roma, Riccardo Di Segni, en una carta abierta al periódico La Repubblica señaló que “las defensas oficiales de Pío IX y su aparato persecutorio que están surgiendo estos días en muchas partes del mundo católico son, si no sorprendentes, al menos menos preocupantes”, escribió.
Bellocchio, que le escribió al Papa Francisco esperando que el pontífice viera la película, en una entrevista con Variety comentó que el Papa Pío IX fue beatificado en el año 2000. “Recuerdo la decepción de los descendientes de Mortara por la beatificación”, dijo. “Para un Papa fue una gran mancha en su conciencia. Elena Mortara, su sobrina nieta, quedó estupefacta de que la Iglesia justificara este acto”. Aunque lejos de pedir perdón por el secuestro, el Vaticano ha reconocido ahora que, desde una perspectiva contemporánea, estuvo equivocado.