Figuras legendarias del cine como Alfred Hitchcock, Orson Welles y Akira Kurosawa establecieron un estándar de perfección en el cine. Sin embargo, Stanley Kubrick se destacó como un perfeccionista consumado en su propia categoría. A lo largo de su carrera, desde sus primeros trabajos hasta sus obras maestras, su dedicación obsesiva a cada detalle se convirtió en su sello distintivo. Esta exigencia de perfección se reflejó claramente en el proceso de producción de sus últimas seis películas, donde cada proyecto pasó por rigurosos estándares antes de ser considerado listo para su estreno.
Desde 2001: Una odisea del espacio en 1968 hasta La naranja mecánica en 1971, pasaron tres años. Luego, transcurrieron cuatro años más antes de Barry Lyndon en 1975, seguidos de cinco años hasta El resplandor en 1980. Full Metal Jacket permaneció en producción durante siete años, y su última película, Ojos bien cerrados, no se estrenó hasta 1999, lo que significa un asombroso lapso de doce años entre proyectos, y aún así, su lanzamiento fue póstumo, lo que sugiere que el intervalo podría haber sido aún más extenso.
Warner Bros.
Las meticulosas demandas de perfección de Kubrick se manifiestan en la meticulosidad de sus tomas. Un claro ejemplo de esto es en su película Ojos bien cerrados, protagonizada por Nicole Kidman y Tom Cruise, donde una simple acción, como el Dr. Bill Hartford cruzando una puerta, se convierte en un proceso repetitivo y detallado. El actor de Misión: Imposible y Top Gun realizó esta acción 95 veces, demostrando el nivel de precisión buscado por Kubrick.
Esta atención al detalle alcanzó su punto máximo en El resplandor, inspirada en la novela de Stephen King, donde se estableció el récord Guinness de “más repeticiones de una escena con diálogo”, con asombrosas 148 tomas para una sola escena. Este enfoque meticuloso y perfeccionista de Kubrick hacía que cada aspecto de la producción cinematográfica se convirtiera en una parte integral de su legado como director.
Warner Bros.
¿Qué escena de ‘El resplandor’ requirió 148 tomas?
La escena en cuestión representa un momento crucial en la trama de la película, donde Dick Hallorann, encarnado por Scatman Crothers, comparte con el joven Danny Torrance, interpretado por Danny Lloyd, la naturaleza de "el brillo". Este intercambio de cinco minutos comienza con Dick preguntando a Danny cómo sabía su nombre, revelando así la conexión especial que comparten, capaz de comunicarse sin palabras, un fenómeno que su abuela denominaba "el brillo".
A medida que la conversación avanza, Danny revela que "Tony", una presencia en su interior, le habla durante el sueño, lo que lleva a Dick a comprender cómo Danny percibe su don. Danny entonces indaga sobre el Hotel Overlook, y Dick, visiblemente perturbado, advierte sobre los oscuros sucesos que ocurrieron allí en el pasado y el aura de maldad que aún persiste. La mención de la habitación 237 despierta una reacción cautelosa en Dick, quien, con renuencia, insta a Danny a mantenerse alejado de ella, sembrando la intriga sobre lo que podría acechar en su interior.
Es una de las escenas más importantes de la película, ya que explica "el brillo" de una manera que es sencilla de entender para Danny y, a su vez, para el espectador. Dick es el instructor, el mentor y, finalmente, la voz de advertencia, mientras que Danny se presenta como alguien que conoce una verdad más profunda sobre el Overlook de lo que deja entrever. Es un momento maravillosamente interpretado entre los dos, con la voz de Crothers capaz de dar profundidad a las emociones que expresa, desde la nostalgia hasta el miedo, y Lloyd asimilando todo y haciendo preguntas incisivas de una manera que sugiere que ya conoce las respuestas.
Warner Bros.
Esta escena de El resplandor parece sencilla, pero dada su importancia, es comprensible que haya sido necesario un par de veces para hacerlo bien. Pero 148 es excesivo, en casi todos los sentidos de la palabra. No es una escena que se pueda retomar a la mitad, por lo que cada toma tendría que haberse captado desde el principio. El hecho de que haya un niño involucrado en la escena hace que el número de tomas sea aún más cuestionable.
