Desde las sutiles y emotivas narrativas de La vida de calabacín de Céline Sciamma hasta la narrativa ingeniosa y estilizada de El fantástico señor Zorro de Wes Anderson pasando por la atmósfera mágica de Pinocho de Guillermo del Toro, el stop-motion sigue siendo una opción atractiva para los cineastas debido a su capacidad para crear mundos imaginativos con un encanto único y una estética visualmente impactante.
Uno de los grandes autores posmodernos que sucumbió a los encantos del stop-motion fue Charlie Kaufman. El director y guionista estadounidense es sinónimo de historias matizadas de la experiencia humana. Sus obras notables incluyen Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, El ladrón de orquídeas y Pienso en el final. Todas estas películas exploran, de alguna manera, la conexión emocional y la confusión psicológica.
Sin embargo, su película stop-motion de 2015, titulada Anomalisa, logra combinar los elementos más realistas de la experiencia humana con fragmentos oníricos y antinaturales de la imaginación. Mediante un uso consciente de la animación stop motion, el también director de Synecdoche, New York logra confeccionar un sólido relato sobre cómo el individuo puede hundirse en una profunda soledad al atravesar una crisis existencial.
El desafío visual de ‘Anomalisa’: Una experiencia inquietante y cautivadora.
Michael Stone (voz de David Thewlis) es un exitoso orador motivacional que viaja por Estados Unidos cambiando la vida de muchas personas. Sin embargo, cada vez su existencia se vuelve más aburrida, monótona y solitaria, introduciéndose en una espiral del sinsentido y en un estado permanente de depresión. El hotel Fregoli (cuyo nombre hace alusión a un desorden psiquiátrico llamado Síndrome de Frégoli –que consiste en visualizar a la misma persona una y otra vez–) se convierte en una especie de parada existencial y emocional para este deprimido orador motivacional.
Al igual que con Perdidos en Tokio de Sofia Coppola y Barton Fink de Ethan y Joel Coen, un hotel (con su atractivo minibar, su reducido elevador, su frustrante llave electrónica y un sinfín de tranquilizadoras variaciones de marrones y beiges que decoran habitaciones y pasillos), se convierte en una especie de limbo, en un espacio de transición donde los misterios de la vida se desentrañan justo cuando el protagonista conoce a Lisa (voz de Jennifer Jason Leigh), una joven insegura y tímida, cuya voz le resulta una anomalía que lo hace sentirse vivo y entusiasmado.
Anomalisa es una película que, además de utilizar 150 marionetas, recurrió a la técnica conocida como “la animación de reemplazo”, lo que significa que Kaufman y el codirector Duke Johnson utilizaron impresión 3D para hacer muchas partes de la cara y luego las reemplazaron, a medida que la película se filma fotograma a fotograma, para crear la animación. En lugar de suavizar ese borde áspero en particular, los realizadores optaron por mantener las costuras entre las partes de la cara.
Anomalisa retrata la mundanidad y la insipidez de una manera única que hace que la película sea casi inquietante de ver. Cada persona con la que se encuentra Michael es, de hecho, la misma persona: los rostros, las voces y las formas de expresión son todas iguales. Esto podría resultar un atractivo desafío para la audiencia después de 15 minutos, ya que nos coloca en la perspectiva de Michael para comprender cómo es su extraña visión de la realidad.