Ian McKellen, conocido por su icónico papel como Gandalf en la trilogía de El señor de los anillos de Peter Jackson, también interpretó al mago en las películas de El Hobbit. Sin embargo, McKellen experimentó una serie de problemas y decepciones durante la filmación de estas películas.
A pesar del éxito sin precedentes de la trilogía original, las películas de El Hobbit no lograron igualar su impacto. Dirigidas por Peter Jackson, quien asumió el cargo en el último minuto tras la renuncia de Guillermo del Toro, las películas se enfrentaron a varios desafíos.
Uno de los principales problemas fue el cambio en las necesidades de filmación en la era digital. Mientras que El señor de los anillos se filmó en lugares naturales reales con efectos prácticos, El Hobbit se basó en gran medida en efectos visuales generados por computadora (CGI) y pantalla verde. Esta diferencia molestó especialmente a Ian McKellen, quien expresó su decepción por no poder actuar en entornos físicos reales como lo había hecho en la trilogía original.
McKellen reveló que en cierto punto llegó a romper a llorar en el set debido a su frustración. Para algunas escenas, el actor tuvo que actuar frente a imágenes estáticas de los personajes enanos, con luces parpadeantes que indicaban cuándo debía reaccionar. Esta falta de interacción real afectó profundamente al actor, quien afirmó que esta no era la razón por la que se había convertido en actor.
Finalmente, Ian McKellen se esforzó al máximo para estar a la altura de su papel como Gandalf en El Hobbit. Además hay que resaltar que Peter Jackson también reconoció las limitaciones que enfrentó McKellen durante la filmación y confirmó que no fue culpa del actor que las películas no lograran igualar el éxito de la trilogía original, al menos desde el punto de vista artístico.