Godzilla y King Kong han trascendido su condición de simples monstruos cinematográficos para convertirse en íconos culturales que nos permiten reflexionar sobre aspectos fundamentales de la naturaleza humana. Estas criaturas colosales, presentes en el MonsterVerse de Legendary Entertainment, no solo protagonizan espectaculares batallas en la pantalla grande, sino que también representan metáforas poderosas asociadas a un poder superior, trascendental e incluso divino.
Desde sus primeras apariciones en la pantalla, ya sea el clásico de 1933 de Merian C. Cooper y Ernest B. Schoedsack, así como la increíble versión de Ishiro Honda , King Kong y Godzilla han cautivado al público, no solo por su imponente presencia visual, sino también por las preguntas que suscitan sobre nuestra relación con el mundo que nos rodea y con los conceptos de lo monstruoso y lo divino.
Monstruos y dioses: Reflexiones sobre la fragilidad humana en el MonsterVerse
En el corazón de las historias de Godzilla y King Kong yace una profunda reflexión sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza. Estas criaturas, con sus orígenes míticos en la Tierra Hueca y su poder inmenso, encarnan tanto la majestuosidad como la ferocidad de la naturaleza misma, sirviendo como recordatorios de nuestra propia fragilidad frente a fuerzas que trascienden nuestra comprensión.
A través de sus enfrentamientos épicos y sus momentos de introspección, las películas de esta franquicia -que comenzó en 2014 con Godzilla de Gareth Edwards- exploran temas universales como el miedo, la supervivencia, el poder y la responsabilidad, ofreciendo así una ventana a nuestra propia psique y a nuestras complejas relaciones con nuestro entorno, específicamente, el mundo natural.
Los monstruos pueden recordarnos que a pesar de todas nuestras preferencias por un universo antrópico que esté bien dispuesto a nuestra existencia y necesidades, el mundo natural es de hecho un lugar peligroso y salvaje lleno de seres cuya antigüedad, magnitud y arco narrativo exceden con creces nuestra imaginación y, de hecho, eclipsan nuestras condiciones humanas que, a fin de cuentas, son finitas, limitadas y temporales.
Godzilla, Kong: La isla calavera, Godzilla 2: Rey de los monstruos, Godzilla vs. Kong y el más reciente estreno Godzilla y Kong: El nuevo imperio están unificados por un solo motivo: la naturaleza es más grande. y más aterradora de lo que los humanos creían anteriormente. La confianza en la protección benévola de los Titanes es constantemente elogiada en estas películas por encima de los intentos humanos de obstaculizarlos, controlarlos o destruirlos, todo lo cual sólo conduce al desastre.
Godzilla y King Kong se erigen como figuras divinas dentro del universo del MonsterVerse, no sólo por su imponente presencia y poder, sino también por la manera en que utilizan sus habilidades en relación con el mundo que los rodea. King Kong se presenta como un dios en virtud de su conexión empática con los seres humanos, manifestando una afinidad hacia sus parientes distantes. Aunque inicialmente puede percibirse como una criatura salvaje, su naturaleza compasiva y su disposición a proteger a aquellos que lo rodean lo elevan a un estatus superior.
Por otro lado, Godzilla, en particular, se distingue como una deidad protectora, ya que emplea su tamaño titánico, fuerza sobrenatural y poder nuclear para salvaguardar el equilibrio natural y preservar a la humanidad de las amenazas de otros titanes. Esta representación lo consagra como un ser venerado, cuya mera existencia implica una responsabilidad divina hacia el universo que habita.
En contraste, Ghidorah y Rodan emergen como monstruos precisamente porque emplean su poder destructivo para desestabilizar el orden mundial y poner en peligro la supervivencia de la humanidad. Su actuar caótico y despiadado los aleja de cualquier connotación divina, situándose como fuerzas antagónicas que desafían el equilibrio natural y el bienestar humano.
Las películas de Legendary Entertainment cambian esta simple dicotomía de varias maneras. Godzilla es capaz y está dispuesto a volverse contra la humanidad cuando la arrogancia humana desafía su gobierno divino. Los Titanes recuerdan a la humanidad que el orden jerárquico del universo en realidad no les da prioridad como están acostumbrados a creer: su mejor oportunidad de sobrevivir y prosperar es adoptar el lugar que les corresponde en la jerarquía divina, sumisos a quienes la dirigen y agradecidos por su poder de salvar.