Desde El lobo de Wall Street hasta Los asesinos de la luna, pasando por El irlandés, a lo largo de los últimos 10 años, Martin Scorsese realizó un trío de epopeyas de tres horas de duración que dejan al descubierto los pecados que han llevado al país, que el director llama “hogar”, a un punto de inflexión tóxico. Pero en medio de esa Trilogía de Norteamérica, el legendario cineasta confeccionó una destacada película sobre la fe, la espiritualidad y el cuestionamiento de la existencia divina en un mundo turbulento.
La conmovedora jornada de fe y duda en ‘Silencio’: La joya fílmica de Martin Scorsese
Basada en la novela japonesa de Shūsaku Endō, Silencio se centra en Sebastião Rodrigues (Andrew Garfield) y Francisco Garupe (Adam Driver), dos misioneros portugueses del siglo XVII. Después de enterarse de que su mentor, Cristóvão Ferreira (Liam Neeson), renunció a su fe durante una misión católica en Japón, los dos jóvenes sacerdotes parten a buscarlo con la intención de seguir difundiendo la palabra del Evangelio.
Fieles a la historia, Rodrigues y Garupe llegan a Japón durante el período Edo posterior a la rebelión de Shimabara, donde cualquiera que se sepa que practica el cristianismo está sujeto a tortura y muerte. Los sacerdotes hacen su trabajo de forma encubierta, ayudados por poblaciones cristianas clandestinas que se esconden de los inquisidores del gobierno. Sin embargo, su ocultamiento sólo puede durar un tiempo. A medida que son testigos de una persecución cada vez más horrenda, su fe se tambalea y llegan a comprender cómo Ferreira perdió la suya en el camino.
Silencio, que cuenta con la participación del talentoso cinefotógrafo mexicano Rodrigo Prieto, fue un proyecto apasionante de Scorsese desde hace mucho tiempo. Supuestamente, el desarrollo tomó más de un cuarto de siglo, y propuso por primera vez adaptar la novela de Endō en 1990, dos años después del estreno de su otra película centrada en la religión, La última tentación de Cristo.
A pesar del largo tiempo de espera y gestación, la película es una de las obras más audaces y épicas de Scorsese. La película tiene un ritmo deliberadamente lento, generando una intensidad pausada pero estimulante a lo largo de una duración de 161 minutos. Aunque las películas que llegan cerca de las tres horas son casi un elemento distintivo en los más recientes trabajos de Scorsese, Silencio mantiene el interés a lo largo de este elevado tiempo de ejecución sin referencias a la cultura pop, trucos de cámara o bandas sonoras de rock clásico que animan películas como El lobo de Wall Street, Buenos muchachos o Casino.
En última instancia, la película es una epopeya expansiva, una aventura de la más alta intensidad y un estudio psicológico de la fe. El conflicto y los horrores que explora son de gran escala y, sin embargo, Scorsese logra personalizarlo todo con un enfoque particular en Sebastião Rodrigues de Andrew Garfield. Al ver las atrocidades cometidas contra sus hermanos católicos en Japón, Rodrigues cuestiona el papel de la iglesia, el propósito de su misión e incluso la presencia de Dios. Es una meditación sobre la fe, pero nunca una que parezca sermoneadora o didáctica, sino simplemente minuciosamente honesta.