Con su imponente presencia y su inigualable poder, King Kong ha cautivado a generaciones de espectadores, convirtiéndose en un símbolo de la grandeza y la ferocidad. Sin embargo, a pesar de su imponente estatus, el simio ha encontrado a su igual en la figura de Godzilla, el legendario reptil japonés que ha desafiado su supremacía, incluyendo la entrega más reciente, Godzilla y Kong: El nuevo imperio, que llegará a Cinépolis y Cinemex este jueves 28 de marzo.
Pero antes de que Godzilla emergiera como su principal rival en 1962, en la primera película que los confrontó, King Kong fue objeto de una crítica despiadada por parte de uno de los escritores más importantes en lengua española. En 1933, en medio del furor generado por la película de Ernest B. Schoedsack y Merian C. Cooper, este autor no dudó en desafiar la grandeza del simio gigante.
Jorge Luis Borges encontraba fascinantes las formas narrativas procedentes de las tradiciones orales, las leyendas folclóricas y la cultura popular. Entre estas formas narrativas, el cine ocupaba un lugar privilegiado para el escritor argentino, quien no ocultó su fascinación por figuras como Charles Chaplin, pero nunca se concibió a sí mismo como un crítico cinematográfico, ni empleó la jerga técnica asociada al medio, ni intentó analizar el montaje de una escena específica; en su lugar, optó por concebir el cine como una máquina generadora de ficciones.
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La crítica feroz de Borges a King Kong: ¿Realmente merecía ser rey?
Poco después de su estreno, Borges ofreció una crítica (publicada en Textos recobrados (1931-1955): “Un mono de catorce metros de altura (algunos entusiastas dicen que quince), es evidentemente encantador, pero tal vez no basta. No es un mono jugoso; es un reseco y polvoriento artificio de movimientos esquinados y torpes”. El autor de El Aleph y El libro de arena describe a King Kong como un ser seco y polvoriento, carente del carisma que se esperaría de un mono, caracterizado por movimientos torpes.
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“Su única virtud -la estatura- parece no haber impresionado mucho al fotógrafo, que se obstina en no retratarlo de abajo sino de arriba -enfoque a todas luces desacertado, que invalida y anula su elevación. Falta añadir que es jorobado y de piernas chuecas: rasgos que lo achican también”. Borges, que ha inspirado películas como Alphaville de Jean-Luc Godard y El origen de Christopher Nolan critica la falta de impresión que causa la estatura de King Kong debido al enfoque erróneo del fotógrafo, quien lo retrata desde arriba, invalidando su elevación.
“Para que nada tenga de extraordinario, lo hacen luchar con monstruos muchos más raros que él, y le destinan alojamiento en falsas cavernas de catedralicio grandor, donde se pierde su afanosa estatura. Un amor carnal o romántico por Miss Fay Wray perfecciona la ruina de ese gorila monumental y también la del filme”. En su conclusión, Borges critica que King Kong sea enfrentado a monstruos más extraños que él, lo cual resta lo extraordinario de su figura.
