Una de las franquicias que conquistaron el corazón del público, junto a Harry Potter, El señor de los anillos y Crepúsculo, fue la saga de Piratas del Caribe. Protagonizada por Johnny Depp, la cinta basada en la atracción de Disneyland se convirtió en todo un éxito cinematográfico gracias a su increíble interpretación como el Capitán Jack Sparrow. En total, las cinco cintas de Piratas del Caribe acumularon más de cuatro mil millones de dólares a nivel mundial y se espera que una sexta entrega con Depp de vuelta llegue muy pronto a la gran pantalla.
Con el paso de los años, más y más historias han surgido por parte del elenco sobre sus días en el set de Piratas del Caribe. Orlando Bloom, Keira Knightley y el mismo Depp han hablado maravillas del detrás de cámaras, recordando momentos divertidos durante el rodaje. Desafortunadamente, no todos los que participaron en la franquicia lograron tener una buena experiencia. Para este actor, no existen memorias lindas qué atesorar y compartir con los fans de Piratas del Caribe.
Al igual que John Rhys-Davies en El señor de los anillos, también conocido como Gimli, otro actor se sintió aislado del resto de sus compañeros y no disfrutó tanto como le hubiese gustado. Según contó en una entrevista para Vanity Fair, durante la filmación de Piratas del Caribe se sentía muy "solo y patético", a tal grado, que la gente no quería comer con él. "Era realmente triste", dijo esta figura del cine recordando cuando formó parte de la franquicia de los piratas de Disney.
"La gente no almorzaba conmigo, era realmente triste. El equipo técnico decía 'Hola, hola' y se alejaba, porque era patético ver a este anciano maduro vestido como si no pudiera haberse unir a un famoso grupo de rock", fueron las palabras de Bill Nighy, quien se sintió aislado del resto de sus compañeros por su extraño atuendo. Nighy dio vida al Capitán Davy Jones, uno de los villanos más memorables de la franquicia, personaje que también resultó ser todo un reto para el equipo de efectos especiales.
"Resulta que tuve que usar un pijama de computadora cubierto de pompones blancos, un gorro, 250 puntos pintados en la cara y un par de zapatillas demasiado grandes para mí", recordó Nighy quien conoció a Depp y Bloom mientras traía puesto el disfraz. A pesar de esta delicada situación, Bill Nighy se dijo estar muy orgulloso de no haberse dado por vencido. "Lancé una especie de acento escocés muy profundo, algo que nunca había hecho antes. Salió por sí solo y continué. Al final, [el director Gore Verbinski] me dijo: '¡Esto es genial!'”, afirmó el actor de Love Actually sobre cómo las cosas mejoraron un poco.