Cada vez que pensamos en películas animadas de Disney llegan a nuestra mente clásicos como Blancanieves y los siete enanos, La bella durmiente, La espada en la piedra, Hércules y así podríamos seguir por horas. Sin embargo, sólo una de ellas es considerada la más triste y olvidada en la historia de la compañía.
El inicio es ya de por sí desgarrador y pone un nudito en la garganta cuando vemos en el corazón del bosque a una mamá zorro corriendo a toda velocidad, mientras se escuchan ladridos de una jauría de perros, quienes lo persiguen. Es así como descubrimos que lleva un cachorro en la boca y, poco antes de ser atrapada, logra dejar a su pequeño al pie de una valla. Después… una terrible muerte que Disney la deja a la imaginación.
¡Este es apenas el inicio! Pues la Madre Búho del bosque protege al indefenso zorrito hasta que es adoptado por una granjera, pero su vida cambia cuando en una casa aledaña vive un gruñón cazados, dueño de un perro anciano y un cachorrito; estos dos pequeños se conocen y juegan en secreto sin saber que en aquellos años era común que los sabuesos cazaran zorros.
Hecha a principios de 1980, en una época complicada para Disney, pues sus artistas se encontraban en un escenario de divergencias artísticas, pero la llegada de El zorro y el sabueso cambió la perspectiva y atrajo al público con una bonita historia de amistad.
La historia fue adaptada del cuento de Daniel P. Mannix con una trama mucho (mucho) más oscura que la que conocemos, pues el clásico animado número 24 de Enchanted Studios es recordado por el adorable encuentro de sus dos protagonistas peludos y sus divertidos juegos alrededor del tronco de un árbol.
Por supuesto debemos hablar de la secuencia en la que, tras entender que su gruñón vecino no dudaría en matar al zorro a la primera oportunidad, la anciana decide llevarse a su pequeño compañero al bosque y despedirse de él.
Llena de una conmovedora canción, acompañada de un emotivo texto recitado con tristeza por la granjera, la escena es absolutamente conmovedora, triste y entrañable que hasta la fecha nos sigue rompiendo el corazón.