La cinta animada dirigida por Pablo Berger por fin ha llegado a México. Esta producción de origen español ha sorprendido por su paso por el Festival de Cannes, Sitges y Annie Awards, y actualmente se encuentra entre las candidatas al Oscar a la ‘Mejor película animada’ junto a Hayao Miyazaki y su El niño y la Garza, Spider-Man: A través del Spider-Verse, Elementos y Nimona.
Basada en la novela homónima de Sara Varon, Mi amigo robot nos cuenta la historia de Dog, un canino solitario que vive en el centro de Nueva York durante los años 80s. Gracias a su monótona y aburrida vida, termina adquiriendo un androide después de ver un anuncio nocturno. Para su sorpresa, el Robot cuenta con una avanzada autonomía que lo hace demasiado humano, entablando una amistad verdadera llena de salidas al cine, visitas al parque y hot-dogs; sin embargo, todo se complica cuando por cuestiones del destino deben separarse.
El largometraje no solo explora diversos temas como la amistad, la perdida y las conexiones entre individuos, sino que también se encuentra plagada de referencias culturales que podrían resonar con diversos espectadores amantes del cine y la cultura pop. Y en entrevista con Sensacine México, Pablo Berger comparte la razón por la cual era importante para él que la historia fuera complementada con pequeñas sorpresas para este tipo de público.
“El pastel es la película, es la historia, son los personajes, es el tema; pero a mí me gusta mucho la nata, entonces la película esté plagada de detalles que el espectador cinéfilo o el espectador que quiere tener un viaje en el tiempo y que conoce una época determinada consiga pequeñas gratificaciones, pero que tampoco impidan, si no las ves, tampoco va a afectar al seguimiento de la historia”, nos revela.
Pero la ganadora a ‘Mejor guión adaptado’ de los Premios Goya 2023 no solo sorprende por sus delicadas referencias a títulos como Ernest & Célestine, La vida de Calabacín, Mary and Max; sino también por la manera en como narra la historia de amistad entre Dog y Robot sin el uso de ningún diálogo. Algo que el director español vuelve a experimentar después de presentar Blancanieves en 2012, largometraje mudo que lo consolido dentro de la industria cinematográfica:
“Para mí el cine es más una experiencia sensorial que intelectual, se acerca más al ballet, la ópera, a un concierto musical que al teatro o a la literatura. Entonces creo mucho en la poética visual del cine, entonces al hacer una película de estas características que no hay diálogo, hace que el espectador sueñe despierto y se implique mucho más”.
Tras su paso por diferentes festivales alrededor del mundo, Robot Dreams ha sido el tema central de diferentes conversaciones entre los diferentes espectadores, lo que no solo ha sorprendido a su director, sino que a todo el equipo involucrado: “Es una película que está conectando con el público y yo sé que tiene mucho que ver con la animación porque hay algo que personajes tan sencillos se convierten en representaciones. Y yo creo que el espectador se está haciendo la película suya, no importa su nacionalidad, y eso es muy bonito”.