Desde las franquicias de acción de Misión: Imposible y Top Gun hasta sus colaboraciones con Stanley Kubrick (en Ojos bien cerrados) y Paul Thomas Anderson (en Magnolia), Tom Cruise es uno de los actores más reconocidos a nivel mundial. Dada la naturaleza de la presencia en pantalla del actor y el éxito comercial de muchos de sus proyectos, merecidamente se ha convertido en uno de los actores mejor pagados de Hollywood.
Su versatilidad y presencia en pantalla quedan evidenciadas en cada uno de sus trabajos, incluyendo una polémica película de guerra que se estrenó en 2003. Las discusiones sobre El último samurái a menudo se centran en la obvia incongruencia de una película en la que Tom Cruise se pone una armadura samurái para convertirse en el administrador de la cultura tradicional japonesa. La imagen del rostro barbudo de Cruise, parecido al de un Jesucristo estadounidense, y haciéndose pasar por un “samurai”, fue sumamente controvertido hace dos décadas.
El controvertido papel de Tom Cruise en 'El último samurái' llega a la televisión abierta
La película de Edward Zwick, que podrás disfrutar este domingo 3 de marzo a las 19:00 horas en el Canal 5 de televisión abierta, sigue al personaje de Cruise, el Capitán Nathan Algren, un veterano mercenario de las guerras indias americanas, lleno de culpa, que ingresa a Japón para entrenar al ejército del Emperador para que pueda sofocar una revuelta samurái.
Ambientada a principios de la era Meiji, cuando Japón se abrió a Occidente después de más de 200 años de aislacionismo, la película enfrenta a Katsumoto (Ken Watanabe) y las antiguas costumbres feudales del país con espadas contra las nuevas tecnologías estadounidenses como el rifle Winchester y el temido obús. Que se trate de armas es casi incidental en la trama; lo viejo y lo nuevo compiten por el dominio.
En la escena inicial, Katsumoto se da cuenta de que algo anda mal cuando su idílica meditación en la montaña es interrumpida por la visión de un tigre blanco. Esta es una premonición de Algren, que habita en un entorno más industrial cuando lo encontramos en una feria comercial de San Francisco. Allí, “ferrocarriles, cañones y ropa occidental”, como diría más tarde el emperador Meiji (Shichinosuke Nakamura), están listos para ser exportados a Japón.
Hiroyuki Sanada interpreta al segundo al mando de Katusmoto, Ujio, y al igual que Watanabe, es otro actor que ha permanecido en el centro de atención 20 años después de El último samurái. Al presentar tales talentos al público global, se puede decir que la película hizo más para cambiar la situación, en cuanto a representación, que otros estrenos de 2003 como Lost in Translation y Kill Bill, vol. 1 (ambos ambientados en Japón, pero con menos nombres japoneses destacados).
El legado de El último samurái trasciende su aparente limitación temporal, al ofrecer una mirada reflexiva sobre la convergencia entre tradición y modernidad. La película proyecta una visión hacia el futuro al explorar temas universales como la multiculturalidad. Los esfuerzos de Zwick, junto con los coguionistas John Logan y Marshall Herskovitz, trascienden la mera representación histórica para encuadrar una narrativa que resuena con la audiencia contemporánea.