Las adaptaciones a novelas literarias son la joya de corona en la industria del cine debido a su gran dificultad y destreza que obligan a los directores a sacar a relucir su talento. Al ponerle rostros e imágenes nítidas a esas escenas que todos los lectores ya imaginaron de formas subjetiva y particulares en sus cabezas, esta labor podría resultar titánica y una majestuosa oportunidad de acercarse a la gloria.
Por lo tanto, al igual que ha pasado con El señor de los anillos, la saga de Harry Potter o Games of Thrones, cuando en 1969 llegó al mercado una novela de Mario Puzo, Paramount Pictures rápidamente volcó su atención a este escritor y le ofreció 100 mil dólares para llevarla a la gran pantalla.
Por supuesto Puzo aceptó, pero el mayor reto de esta odisea pasó a ser el de encontrar el director perfecto para que llevara al cine la historia de gángsters y la mafia italiana, protagonizada por Michael Corleone.
Y es que antes de que Francis Ford Coppola hiciera historia en su carrera como director y guionista de El Padrino, hubieron hasta ocho directores que le dijeron que no a este proyecto. Entre estos nombres encontramos a Peter Bogdanovich, Peter Yates, Richard Brooks, Arthur Penn, Franklin J. Schaffner, Costa-Gavras y Otto Preminger.
La razón principal de negarse a este salto de fe, era que las películas de la mafia italiana casi siempre eran consideradas un fracaso cinematográfico cuya temática era por demás tonta y aburrida. Algo que el mismo Ford Coppola declaró sobre El Padrino en 2009 durante una entrevista para Far Out.
La mitad del libro es sobre una mujer que tiene un problema ginecológico y del tipo que la va a operar y le hace el amor. Pensé que era muy sórdido y yo quería ser un artista... Se habían hecho algunas películas sobre la Mafia antes y habían sido grandes fracasos. Así que todos los grandes directores las rechazaban. Finalmente decidieron hacerlo con un presupuesto muy bajo. Y yo era también guionista, así que pensaron que se llevarían una reescritura gratis por mi parte.
Además de estos percances, el trabajo de Coppola se vio profundamente obstaculizado por sus compañeros de set, quienes rumoraban que el director sería despedido cada semana porque en su cast elegía actores desconocidos y rescribía las escenas del guion.
"Pensé que el guion era muy tonto. No quería hacerlo porque había escrito el guion de la película La Conversación y estaba intentando conseguir financiación para ella, sin embargo fue George Lucas quien me dijo que debería hacerlo porque necesitábamos que entrase algo de dinero", detalló Coppola para luego agregar que a los productores "no les gustaba mi casting porque traía nuevos actores de los que nadie había oído hablar. El estudio quería contratar a alguien como Robert Redford para interpretar a Michael Corleone"
Pero por fortuna la historia terminó siendo diferente y esta película no solo se llevó tres premios Oscar entre el que destaca una estatuilla a Mejor Película, sino que también dio pie a dos secuelas más que ahora están disponibles en Star +, Amazon Prime Video, Paramount + y Apple TV.