El cine no sólo es para divertir y entretener, sino que también es un medio para reflexionar acerca de diversas cuestiones. Con escenas impactantes, cintas como La naranja mecánica, La última tentación de Cristo, Holocausto Canibal y más recientemente, Pobres criaturas, han mostrado historias y personaje controversiales al público, impulsándolos a pensar fuera de la caja y a abordar temas y hechos, que de otro modo, no se pondrían sobre la mesa.
Desde los inicios del cine, las películas han ido traspasando poco a poco la percepción de aquello que la sociedad considera como "aceptable". Mientras algunas cintas han sido como El exorcista y El bebé de Rosemary han sido polémicas por dar un enfoque distinto a su género, otras como El ciempiés humano han provocado desagrado al mostrar imágenes demasiado gráficas y traspasar los límites del buen gusto.
En la década de los setenta, un largometraje de una duración de casi cuatro horas causó conmoción entre el público francés. Además de tratar temas tabú en ese momento, como la libertad sexual, los triángulos amorosos, aunque también el aborto y los métodos anticonceptivos. Jean Eustache, su director, se inspiró directamente en su propia vida y su romance con tres mujeres diferentes.
Se trata de La maman et la putain, una cinta que a pesar de tener una fría recepción, ganó dos premios en el Festival de Cannes 1973, incluido el Gran Premio Especial del Jurado. Sin embargo, cabe señalar que Ingrid Bergman, presidenta del jurado de ese año, se opuso a esta elección al considerar la película "despreciable". De hecho, cuando se estrenó en cines, La maman et la putain estaba prohibida para menores de 18 años, ya que algunos la consideraron incluso que la película era pornográfica.
La película presenta a Alexandre, un joven ocioso que vive con y a expensas de Marie, una comerciante mucho mayor que él. Alexandre se encuentra en una encrucijada ya que todavía ama a Gilberte, una estudiante que rechazó su propuesta de matrimonio. Un día se acerca, al salir de una terraza, a Veronika, una becaria en Laennec. “Me dejo acercar con facilidad, como habrás notado (…) Puedo acostarme con cualquiera, no importa”, son las palabras que le dice Alexandre. Tras el encuentro con la chica, Marie acepta, aunque con dificultad, compartir a su hombre con ella.