Si alguna vez has visto Náufrago de Tom Hank, seguramente recordarás esa escena desgarradora en la que Chuck Noland pierde a Wilson al intentar salir de una isla en la que se quedó varado y, con un grito de profunda desesperación, le dice a su amigo "lo siento" por permitir que el mar se lo lleve para no volver a verlo jamás.
Quizá, después de leer el nombre de Tom Hanks también vengan a ti los recuerdos del optimista Forest Gump que aunque vio morir a Jenny y a Bubba, aún tenía la valentía necesaria para cuidar al pequeño Forest, o además pienses en la resiliencia con la que Viktor Vorski, persona que por cierto existió en la vida real, vence al miedo, la vergüenza y los prejuicios para comenzar a vivir en una terminal aérea.
Por otra parte es innegable que el simpático comandante Woody de Toy Story nos rompe un poco el corazón cuando lo vemos encelarse de Buzz Light Year, y provocar que casi lo mate su terrible vecino Sid, que no le tiene el más mínimo respeto por sus juguetes; ni tampoco se puede ser indiferente ante la frustración con la que Josh Baskin -en Quisiera ser grande- se enfrenta a la probabilidad de que futuro lo haya alcanzado y ahora, como cosecuencia, deba hacerle frente al mundo como un adulto pese a interiormente ser solamente un niño.
Sin embargo entre todo el vasto número de películas que este actor canceriano nacido en California, Estados Unidos, ha protagonizado, hay una que es la más triste de todas, y por eso se queda impregnada en la memoria de sus espectadores al brindarles una gigantesca carga de humanidad y resiliencia.
Y es que con un elenco en el que encontramos nombres como Michael Clarke Duncan, David Morse, Sam Rockwell, Doug Hutchinson, James Coromwell y Michael Jeter entre otros más, Milagros inesperados o The Green Mille, es un clásico imperdible que se basó en una novela del maestro del terror -Stephen King-, para sorprendernos desde su estreno en 1999.
En su trama, Frank Darabont hizo un gran trabajo como director al enseñarnos que la bondad es, al final del día, el inicio del camino para la redención y que esta puede tener lugar en los sitios más crueles, indeseados y recónditos del mundo como lo es una prisión.
Por ellras ser inculpado de un crimen que no cometió, el afroamericano John Coffey (Michael Clarke) se mantiene optimista y ve con gusto a la muerte, a la par que por su maravillosa naturaleza hace de la cárcel un sitio mejor.
Pese al odio, desprecio y desdén con que uno de sus carcelarios interpretado por Doug Hutchinson lo trata, Coffey le enseñará al oficial Paul Edgecomb (Tom Hanks) que el final de su vida no es más que el inicio de otro viaje en el que el dolor y el miedo ya no existirán, por lo que aunque sus días estén contados, finalmente logrará el propósito de su existencia que es el de impregnar de milagros a sus compañeros y de compasión a un mundo letal, oscuro y sanguinario que incansablemente lo persiguió.
Para poderte maravillar con esta cinta solo bastara con que te dirijas a Apple TV o Amazon Prime Video y permitas que la maestría del dolor, la misericordia y la piedad hagan eco en tu corazón. Por último, si tienes tiempo tampoco estaría de más que te des una vuelta por el libro original que inspiró esta producción para que así amplíes tu criterio y puedas abordar con mayor profundidad a esta grandísima historia... Hasta siempre, señor Jingles.