Hacer una buena película es sumamente costoso. Grandes proyectos como Star Wars: El despertar de la fuerza, Jurassic World: El reino caído y Piratas del Caribe: Navegando en aguas misteriosas, han sobrepasado presupuestos de 400 millones de dólares, entre escenarios, el elenco, el equipo de producción y cualquier otro elemento indispensable para realizar la película. Aunque en la mayoría de los casos, su éxito en taquillas les ha devuelto eso y más a sus bolsillos.
A pesar de que muchas cintas cuentan con millones de dólares para realizarse, en ocasiones, una buena parte de los fondos terminan en un par de escenas, drenando por completo el dinero disponible para la película entera. A las tomas más caras del cine, que muchas veces no son como las solemos imaginar, se les conoce como "Money Shots". En estas secuencias, cada segundo cuenta (y cuesta), en especial, si se requiere de muchos efectos especiales como en las películas del Universo Cinematográfico de Marvel, o de un choque de autos en 007: Spectre con Daniel Craig.
En una industria tan competitiva como la cinematográfica, cada director tiene que hacer lo necesario para que su trabajo se destaque del resto. Esto puede llevar a que el costo por minuto se eleve a tal punto que el presupuesto termine casi absorbido por una escena de unos pocos minutos. Así ocurrió con esta película protagonizada por Tom Cruise y Penélope Cruz, que tuvo la impresionante, aunque disparatada idea, de despejar por completo una de las calles más concurridas de todo Nueva York.
Todo ocurre en la escena inicial de Vanilla Sky, un remake del thriller español Abre los ojos de Alejandro Amenábar. Al comienzo de la cinta, Tom Cruise cruza la ciudad de Nueva York que se encuentra completamente vacía. Si bien muchos podrían pensar que esto se logró gracias a CGI, la realidad es que Cameron Crowe, el director, optó por cerrar el tráfico, sin importar cuán caro podría resultar. Algo que jamás se había visto y que Vanilla Sky logró hacer fue bloquear 20 cuadras a la redonda.
¿El costo? Nada más y nada menos que un millón de dólares. Para lograr la escena de apenas 30 segundos, Crowe obtuvo el permiso de la policía de Nueva York para acordonar la zona entre las 5 y las 8 de la mañana, durante un domingo de noviembre del año 2000. "Tom tuvo que correr durante 3 horas por todo el perímetro de Time Square mientras lo filmábamos. Al final, la multitud que nos observaba nos animaba. Fue fantástico", contó el director de su gran hazaña que aún no ha sido repetida, tal vez, porque es un lujo que pocos cineastas se pueden dar.