Aunque la Guerra Civil estadounidense no ha generado el mismo número de películas clásicas que la Segunda Guerra Mundial (como El imperio del sol de Steven Spielberg o La delgada línea roja de Terrence Malick) y el conflicto de Vietnam (Apocalipsis ahora de Francis Ford Coppola y Pelotón de Oliver Stone), la conmovedora, importante y hábilmente ensamblada película de 1989, Tiempos de gloria, encuentra su mensaje y su ambientación en medio del conflicto más sangriento de la historia de Estados Unidos.
‘Tiempos de gloria’: La olvidada joya de la Guerra Civil que merece redescubrimiento
Aunque ganó tres premios de la Academia, incluido el de Mejor Actor de Reparto (Denzel Washington), Mejor Fotografía y Mejor Sonido, ni la película, ni su director obtuvieron nominaciones en los premios Oscar. A pesar de este desaire, el cineasta Edward Zwick confecciona una obra impecable desde una perspectiva técnica, pero también logra trasladar a la audiencia a un conmovedor viaje emocional en el que el deseo inquebrantable de igualdad choca contra la corrupción, la represión y los prejuicios de la época.
Robert Gould Shaw (Matthew Broderick), un capitán del ejército estadounidense de 23 años y superviviente de la batalla de Antietam, acepta un nombramiento para liderar la 54ª Infantería Voluntaria de Massachusetts, la primera unidad compuesta por soldados negros. Con el nuevo puesto que lo eleva al rango de coronel, Shaw supervisa un grupo de hombres ansiosos pero no calificados decididos a luchar.
Entre ellos se incluyen el viejo amigo e intelectual de Shaw, Thomas (Andre Braugher); un hombre sensato llamado John Rawlins (Morgan Freeman); el amable tennessiano Trip (Washington); y el francotirador Jupiter Sharts (Jihmi Kennedy). Con la ayuda de su amigo, el mayor Cabot Forbes (Cary Elwes) y un duro instructor irlandés (John Finn), el regimiento se vuelve hábil y disciplinado en las formas de la guerra moderna, pero se les prohíben las herramientas necesarias para cumplir con su deber como soldados tanto por política como por la intolerancia.
Temáticamente, la película escrita por Kevin Jarre, Lincoln Kirstein y Peter Burchard es un triunfo a pesar de los desarrollos de la trama que le dan un aire de tragedia. La película utiliza la tragedia para acentuar la difícil situación de la opresión y los prejuicios; resaltar el bien absoluto de los hombres y su misión; y para reforzar los lazos de hermandad que se desarrollan al final de la película, donde el color de la piel, la educación u otras fronteras sociales y políticas artificiales de un hombre se desdibujan en favor de la confianza, la fe, el coraje y la lealtad
El papel de Denzel Washington electriza y toca las fibras del corazón, su personaje representa el núcleo de la película como un hombre que parece tener el control de su persona y su lugar en el mundo, pero cuya alma es tan descarriada como la de cualquier hombre del regimiento. En una de las mejores escenas de la película, su personaje estabiliza a un soldado tembloroso y temeroso momentos antes de un asalto a una posición enemiga fortificada, marcando su punto de inflexión final de un hombre recalcitrante y confundido a un hermano fuerte y confiable.