Tras su proyección en Venecia, el cineasta español J.A. Bayona, mismo director de Lo imposible, finalmente estrenó en streaming su más reciente largometraje, La sociedad de la nieve. Compitiendo por un lugar en la categoría de Mejor película internacional en los Oscar junto a cintas como Hojas de otoño, Anatomía de una caída y Tótem, la cinta distribuida por Netflix ya se convirtió en una de las favoritas de los usuarios de la plataforma.
Protagonizada por Matías Recalt, Agustín Pardella y Enzo Vogrincic, considerado el nuevo novio del internet por las usuarias de X, la nueva producción cinematográfica de Bayona recrea los hechos ocurridos durante el accidente del Vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya en 1972, cuya colisión en la cordillera de los Andes en el mes de octubre provocó que la mayoría de los tripulantes murieran, mientras que los restantes pasaron el peor tiempo de sus vidas tratando de sobrevivir.
Las temperaturas gélidas, las avalanchas y la falta de ropa para cubrirse fueron algunos de los mayores desafíos a los que se enfrentaron los sobrevivientes del accidente, que en su mayoría pertenecían al equipo de rugby de Montevideo, llamado Old Christians Club; pero definitivamente la preocupación principal era la comida. Luego de recuperar algunos alimentos de los equipajes que quedaron regados en la nieve, las personas que iban a bordo del avión los racionaron, pero no fueron suficientes después de unos cuantos días.
Fue así que, en un intento por sobrevivir, los tripulantes decidieron comer los cuerpos de aquellos que habían fallecido; hecho que se volvió sumamente polémico tras su rescate e incluso en la actualidad sigue dando de qué hablar entre los espectadores. Señalados por canibalismo, lo cierto es que tomar la decisión no fue descabellada para ellos, así lo reveló Carlos Páez, uno de los sobrevivientes, durante una conversación que tuvo en el podcast The Wild Project.
Su declaración comenzó compartiendo que Nando, quien perdió a su madre y hermana en el accidente, fue quien dijo que se comería al piloto. “Se ve que él a nivel consciente o inconsciente se las agarraba contra el piloto; además era el desconocido para todos nosotros. Entonces yo lo miré y no dije nada; yo también había pensado que la solución era por ahí”, comentó. Páez declaró que era algo que estaba implícito entre el grupo: “Él me dijo ‘No, Carlitos, no está tan loco. Yo con mis primos ya lo pensamos’.
El sobreviviente recalcó que la decisión fue más sencilla de lo que la gente piensa, pero que hicieron una promesa entre ellos. “La primera cosa que hicimos fue un pacto solemne entre todos que si alguno de nosotros moría, quedaba a disposición de los demás”, agregando que también acordaron que serían los estudiantes de medicina quienes se encargarían de manipular los cuerpos. “Ellos se ocuparon del asunto y resolvimos un tema que teníamos que resolver. “Es un hambre de 10 días de no comer y saber que si no comes, te mueres. Nuestra historia es un homenaje a la vida”.