Sumergirse en el mundo cinematográfico de las películas agridulces es embarcarse en una montaña rusa emocional donde la tristeza y la alegría convergen de manera única. Estas películas logran tejer historias que evocan una sensación agridulce, dejando a los espectadores reflexionando sobre las complejidades de la vida. Tal es el caso de Amigos (la película francesa protagonizada por François Cluzet y Omar Sy), la inventiva Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (de los espléndidos Charlie Kaufman y Michel Gondry).
Indudablemente, nos encontramos ante una de las joyas cinematográficas más destacadas de los últimos años, una obra que no solo logró conmover a la audiencia sino que también cautivó por completo a la crítica especializada. Esta afirmación queda respaldada por la lluvia de premios que recibió, entre ellos, un impresionante total de 7 Golden Globes, lo que la consagra como la película más galardonada en la rica historia de estos prestigiosos reconocimientos.
Hablar de amor y sueños parece ser una inevitabilidad cuando nos sumergimos en el encantador mundo de los musicales, ese género conocido por abordar los conflictos a través de deslumbrantes coreografías y un amplio repertorio musical que resuena con el espíritu festivo de sus protagonistas. Este podría ser el punto de partida para La La Land, una propuesta que, a pesar de su inicial romanticismo y encanto, se revela como algo más.
Sebastian (Ryan Gosling) es un talentoso pianista con el sueño de establecer su propio club de jazz, pero sus aspiraciones se ven frenadas por la necesidad inmediata de pagar la renta. Su realidad lo lleva a interpretar pop nostálgico de los años ochenta en fiestas de piscina y villancicos en un lujoso restaurante. Sin embargo, sus anhelos de expresión artística se ven limitados por el gerente del restaurante (J.K. Simmons), quien no permite que despliegue sus improvisaciones de jazz libre.
Mientras tanto, Mia (Emma Stone), una joven extrovertida y sensible, ha abandonado la universidad para perseguir su sueño de ser actriz en Hollywood. Aunque trabaja como barista, su ubicación en una cafetería cercana a los estudios de la Warner Bros. la sitúa en la proximidad de las celebridades. Los destinos de Sebastian y Mia se entrelazan cuando se conocen, y aunque sus primeros encuentros no son los más suaves, el destino los reúne una vez más, marcando el inicio de una conexión emocional profunda.
La película de Damien Chazelle (el también director de Whiplash y Babylon) no solo canaliza la elegancia y el colorido de Jacques Demy (Los paraguas de Cherburgo) y la atmósfera romántica de Vincente Minnelli (An American in Paris), sino que también incorpora elementos melancólicos, nostálgicos, metatextuales y reflexivos, reminiscentes de algunos momentos de 8 ½, la obra maestra de Federico Fellini.