Aardman Animations nos ha dado algunos de los personajes más entrañables del cine animado, empezando por Wallace y Gromit y Shaun, el cordero, pero definitivamente no podemos olvidar a las gallinas y el gallo de Pollitos en fuga, quienes llegaron a la pantalla grande en el 2000 y encandilaron a las audiencias grandes y pequeñas a través de sus acrobacias y estrategias para escapar de la muerte en la granja de pollos de la Sra. Tweedy.
Dirigida por Nick Park y Peter Lord, Pollitos en fuga se convirtió en uno de los éxitos animados más grandes en la historia del cine, posicionándose como el mejor estreno de una cinta stop-motion de todos los tiempos. Liderada por las voces de Julia Sawalha y Mel Gibson, el característico estudio de animación nos presentó a Ginger, Rocky y un grupo muy unido de gallinas que se volvieron heroínas para todo el público.
A pesar del recibimiento que tuvo entre los espectadores, su secuela tardó 23 años en llegar ante las audiencias, solo que en esta ocasión fue a una plataforma de streaming y no a salas de cine. Ahora bajo la dirección de Sam Fell y coproducida con Netflix Animation, Pollitos en fuga 2 se estrenó en el catálogo del tío Netflix en diciembre y volvió a mostrar las aventuras y hazañas de Ginger, Rocky y su hija Molly (Bella Ramsey) en su trayectoria para salvar a las nuevas víctimas de Tweedy.
Animar películas en stop-motion no es una tarea rápida ni sencilla, algo que directores como Tim Burton, Henry Selick y Wes Anderson han comprobado; sin embargo, Fell no utilizó únicamente figuras de arcilla para darle movimiento a sus personajes, sino también silicona e impresiones 3D diseñadas por computador. De hecho esta fue una de las razones por las que la película tardó tanto tiempo en producirse, pues el desarrollar una secuela digna de la primera entrega necesitaba la mejor presentación posible y hasta hace algunos años aún no existía la tecnología necesaria.
Por supuesto también está el tema del presupuesto, pues la continuación de esta historia planteó escenarios mucho más grandes en comparación con la primera cinta, ya que en ella las gallinas únicamente se movían en un mismo set, la granja; mientras que en la secuela hay más lugares en los que las vemos. La diferencia en la escala de ambas producciones es tan grande que tan solo para completar la secuencia inicial de la segunda película, Ian Whitlock, el supervisor de animación, reveló en una entrevista con Netflix que tomó más de seis meses.
Fell y Whitlock aseguraron que Pollitos en fuga 2: el origen de los nuggets llegó mucho tiempo después que se antecesora, pero era necesario ampliar el panorama de la historia, así como sus escenarios y los personajes, pues las audiencias no habrían querido una historia que se quedara en el mismo territorio que se exploró en la primera cinta; además de que no habría compensado los gastos de Aardman en producción. Si aún no la has visto, te recordamos que ya la encuentras disponible en el catálogo de Netflix.