Luego de su destacado debut televisivo en Parenthood a principios de la década de 1990, Leonardo DiCaprio emergió como uno de los talentos más prometedores de Hollywood, cautivando a audiencias y directores por igual. En 1993, el actor captó la atención de la industria con dos roles clave. En El enemigo compartió pantalla con Robert De Niro, mientras que en ¿A quién ama Gilbert Grape?, ofreció una interpretación magistral como el hermano con discapacidad del personaje principal, interpretado por Johnny Depp.
En la mitad de la década de 1990, DiCaprio ya había cosechado elogios por sus roles en Diario de un rebelde y Romeo + Juliet. Sin embargo, fue su destacada actuación en el épico éxito de taquilla de James Cameron, Titanic, en 1997, la que consolidó su estatus como el actor principal más codiciado del cine contemporáneo.
A medida que avanzaba el nuevo milenio, DiCaprio tenía a Hollywood a sus pies y podía elegir entre una variedad de roles en prácticamente cualquier producción. Después de su participación en la adaptación poco aclamada de la novela de Alex Garland, La playa, dirigida por Danny Boyle en el año 2000, DiCaprio buscaba recuperarse con un éxito de taquilla.
DiCaprio en la encrucijada: Rechazando Star Wars y forjando su propio destino
En ese momento, George Lucas se acercó a DiCaprio como su primera elección para el papel de Anakin Skywalker en las dos últimas películas de la trilogía de precuelas de Star Wars. Aunque esta oportunidad ofrecía una considerable recompensa financiera y una exposición masiva, la joven estrella no visualizó su futuro como parte de la franquicia de ciencia ficción. Optó por seguir un camino diferente en su carrera, enfocándose en proyectos que le permitieran explorar su rango actoral y su creatividad de manera más amplia.
En una entrevista con Shortlist en 2015, el protagonista de El lobo de Wall Street y El renacido reveló que había tenido una reunión con George Lucas para el papel de Anakin Skywalker, pero en ese momento no se sentía preparado para sumergirse en ese universo. Esta decisión fue coherente con otras oportunidades importantes, como el papel de Robin en Batman Forever y la oferta para interpretar a Spider-Man, roles con los cuales no se sentía identificado.
En el mismo año que Hayden Christensen encarnó a Anakin Skywalker en Episodio II: El ataque de los clones, DiCaprio deslumbró en el papel principal de Pandillas de Nueva York, dirigida por Martin Scorsese. La película, donde compartió pantalla con luminarias como Daniel Day-Lewis y Cameron Diaz, no sólo consolidó aún más su estatus en Hollywood sino también marcó el inicio de una colaboración esencial con Scorsese que se ha extendido hasta 2023 con Los asesinos de la luna.