Con casi cuatro décadas desde su debut en cines, muchas historias han sido reveladas en torno a Terminator, la icónica película de ciencia ficción protagonizada por Arnold Schwarzenegger y dirigida por James Cameron. Por ejemplo, en alguna ocasión, Linda Hamilton (quien interpretó a Sarah Connors en la franquicia) dio a conocer que pensó que el llamado "Governator" no contaba con el talento necesario para actuar en la gran pantalla y hacer de la cinta un éxito en taquillas, además de que pensaba que el actor de Depredador era insoportable.
Otra de las anécdotas más vergonzosas del detrás de cámaras involucró a un actor que estaba completamente desnudo y fue visto por decenas de personas en la calle, tal como un sueño en el que te das cuenta que no llevas ropa puesta. Como muchos recordarán, las apariciones sin traer nada de nada fueron parte de la franquicia, específicamente para los cyborgs que se transportaban en el tiempo y viajaban al pasado. Aunque el actor de El vengador del futuro también tuvo varias escenas sin ropa, no fue él quien pasó un momento bochornoso.
En Terminator 2: El juicio final que se estrenó en 1991, se introdujo a un segundo androide asesino, el modelo T-1000. A diferencia del personaje de Schwarzenneger, este prototipo creado por Skynet era mucho más avanzado capaz de cumplir misiones aún más difíciles de conseguir. Lo que hacía especial al modelo T-1000 es que estaba hecho de un metal líquido con nanochips insertados, lo que le permitía al robot cambiar de apariencia y autorregenerarse en caso de ser víctima de ataque.
El actor Robert Patrick fue el encargado de dar vida al T-100 de Terminator 2: El juicio final. En una reciente entrevista, cuando se le preguntó sobre un momento singularmente vergonzoso de su carrera, reveló que fue una escena de la película que le hizo famoso. "Todo iba muy bien. Nos estábamos acomodando debajo de un puente en Los Ángeles. De repente pasó un tren del Metro lleno de viajeros mientras estaba ahí parado desnudo", reveló el también actor de Venganza implacable sobre el hecho de que fue visto por muchas personas sin nada puesto encima.
"Una cosa por la que fui muy afortunado: era 1990 y no había teléfonos móviles. Así que no tuve que preocuparme de que la gente me fotografiara desde el tren", bromeó Patrick, quien entendió que era parte del trabajo de ser actor. Para lograr lucir como lo hizo en la segunda entrega de Terminator, el actor pasó entre tres y cuatro meses de entrenamiento intensivo, un requisito que le había puesto James Cameron para aparecer en pantalla. "Tenía 30 años y estaba en la mejor forma de mi vida", dijo sobre el papel que lo lanzó a la fama.