Aunque no ostenta la prominencia mediática de Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes, ni las expectativas generadas por Napoleón con el destacado talento de Joaquin Phoenix y Vanessa Kirby, y está exenta del imponente respaldo de Disney que respalda a producciones como Wish: El poder de los deseos, esta nueva película se revela como una propuesta que no pasará desapercibida ni defraudará a los espectadores. En su propio terreno, la película ofrece una experiencia única, desafiando las convenciones y prometiendo sorpresas que mantendrán al público en vilo de principio a fin.
Las bestias, un intenso thriller que llega a la Cineteca Nacional para agitar incluso a los espectadores más resistentes. Al adentrarse en las profundidades de la intriga y la tensión psicológica, esta película se presenta como una experiencia cinematográfica inmersiva capaz de perturbar los sentidos y dejar una marca duradera en quienes se aventuren a explorar sus oscuros recovecos narrativos.
Arcadia Motion Pictures
'Las bestias' estrena en Cineteca Nacional este viernes 1 de diciembre
Después de una fascinante secuencia en cámara lenta de hombres que luchan por inmovilizar a un caballo salvaje, la película de Rodrigo Sorogoyen se sumerge en la mala sangre entre sus personajes, que ya están a punto de desbordarse. La primera escena se desarrolla en un bar que sirve de centro social del anónimo pueblo serrano gallego donde se desarrolla la historia. Los hombres beben y juegan dominó alrededor de una mesa, pero el ambiente no es nada relajado, debido en parte a la iluminación natural de la película, tan tenue que parece casi frágil.
Uno de los hombres, Xan Anta (Luis Zahera), apoyado en todo momento por su hermano menor, Lorenzo (Diago Anido), domina la conversación con intrigas punzantes y chismes venenosos. Sentimos que este es un ritual diario. Desde el principio, queda claro que Las bestias no es un drama acogedor de un pueblo pequeño, sino algo más parecido a un thriller rural, poblado de personajes mezquinos y amargados gobernados por la tradición y el instinto.
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La escena del bar establece la inclinación de la película por los diálogos serpenteantes que acumulan tensión hasta que, sin previo aviso, estallan en conflicto. No es casualidad que el juego preferido sea el dominó y no, digamos, el ajedrez, ya que alude a cómo está estructurada la trama de la película: como una cascada de reacciones en cadena con orígenes en un pasado nebuloso, donde cada intento de resolver disputas sólo los exacerba. Incluso la secuencia de la lucha de caballos resulta ser una de esas fichas de dominó.
Pero la escena del bar también muestra la característica más audaz de la película: su voluntad de cambiar de protagonista. Durante gran parte de la escena, Xan sugiere que él será el foco central de Las bestias. Y, entonces, un personaje referido despectivamente como “el francés” (Denis Ménochet) se marcha incómodo y la cámara inesperadamente lo sigue fuera en lugar de quedarse con la conversación. Aunque hasta este punto la cámara ha centrado a Xan, Sorogoyen nos ha preparado sutilmente, abriéndose para identificarnos con Antoine quien, como inmigrante, se encuentra perdido en este pueblo con sus reglas opacas y sus normas profundamente hostiles y rencorosas que desencadenarán en una ola de violencia.
