Hollywood nunca iba a dejar de hacer más películas de Los juegos del hambre. Basadas en las novelas distópicas de Suzanne Collins, las primeras cuatro películas (incluyendo En llamas y Sinsajo: Parte I) recaudaron en conjunto casi 3 mil millones de dólares en todo el mundo. Dominaron la cultura pop: Jennifer Lawrence se convirtió en una auténtica celebridad; videos sobre cómo replicar la trenza lateral de su personaje inundaron internet; y la frase "que comiencen los juegos del hambre" se convirtió en una abreviatura de cualquier tipo de competición intensa.
Vimos una ola de franquicias imitadoras (Divergente, Maze Runner y Cazadores de sombras, entre muchas, muchas otras) que nunca alcanzaron el nivel de éxito de Los juegos del hambre. Y ahora, aprovechando que la precuela Los juegos del hambre: Balada de pájaros cantores y serpientes se encuentra en las salas de Cinépolis y Cinemex, es un buen momento para rastrear sus orígenes e influencias e intentar responder: ¿Cómo es que Los juegos del hambre se convirtió en un fenómeno cultural de tal magnitud y por qué la audiencia todavía tiene apetito por más?
Entre tributos, víctimas y sacrificios, este es el mito que inspiró a la autora Suzanne Collins
En varias entrevistas, Suzanne Collins cita el mito griego de Teseo y el minotauro como una influencia significativa en el mundo de Panem. Minos, el rey de Creta, una vez envió a su único hijo a visitar Atenas, y el rey ateniense envió al niño a luchar contra un toro peligroso. Cuando el niño murió durante la expedición, el enojado Minos, en venganza, capturó Atenas y declaró que la destruiría a menos que accedieran a su extraña exigencia: una vez cada nueve años, los atenienses tenían que enviar un tributo de siete doncellas y siete jóvenes para ser el alimento del Minotauro.
Minos había encerrado a la criatura (mitad humano y mitad toro) en un laberinto especialmente construido, y cruelmente pondría a los 14 tributos atenienses en ese lugar para que no sólo fueran asesinados por el monstruo, sino que los obligaría a intentar escapar de un final inevitable, prolongando así su agonía.
Teseo, un héroe griego con un gran destino, llegó a Atenas un año antes de la fecha prevista para los tributos y se ofreció como voluntario para servir como tributo masculino. Cuando lo llevaron a Creta y lo exhibieron ante los ciudadanos de allí, llamó la atención de la hija de Minos, Ariadna (de hecho el personaje de Elliot Page en Inception de Christopher Nolan es un homenaje a este personaje mitológico), quien se enamoró de él y le ofreció una herramienta para sobrevivir: le dio un ovillo de hilo que podía desenredar mientras exploraba el laberinto. De modo que, si mataba a la criatura, podría encontrar la salida. Logró matar a la criatura y escapar, y finalmente fue nombrado rey de Atenas después de otras aventuras.
Esta historia resuena de varias maneras con Los juegos del hambre. Aunque los ciudadanos de Atenas estaban horrorizados por su difícil situación (mientras que Panem se distrae con el espectáculo del programa de televisión), Katniss tiene una conciencia de la injusticia y una fuerza estoica que recuerda a Teseo. Asimismo, triunfa no sólo a través de su fuerza personal, sino a través del amor, en su caso con Peeta (Josh Hutcherson), en el caso de Teseo con la hija de Minos.
Por último, la crueldad innecesaria que implican ambos juegos (la arena es, después de todo, otro tipo de laberinto inmejorable) sugiere las profundidades del mal que los humanos pueden alcanzar, incluso cuando están separados por miles de años. Es clave para los temas de la franquicia (incluyendo la más reciente precuela protagonizada por Tom Blyth, Rachel Zegler y Peter Dinklage) que la brutalidad del régimen de Panem no es única. Las potencias victoriosas han exigido durante mucho tiempo tributos a sus conquistas que paralizaron al pueblo conquistado y, en ocasiones, estos tributos eran en forma de personas.