"No se puede hacer una historia sobre la familia real y no abordar la muerte de Diana” decía un entusiasmado pero reflexivo Peter Morgan para Variety el pasado 25 de octubre, mientras hablaba del final de una producción que llegó a Netflix por primera vez el 4 de noviembre de 2016 y ahora, a casi una década de esa emisión, nos dice adiós junto a la muerte de la princesa.
Y es que si hay una historia y escena dentro de la cultura pop que cerró el siglo y la década de 1990 fue la vida y fallecimiento de Lady Di junto a su novio, Dody-Al Fayed; un reconocido empresario y destacado productor de cine.
Luego de la noche del 31 de agosto de 1997 en la que Diana y su prometido perdieron la vida bajo los puentes de París, la imagen, nombre y rostro de la princesa se volvieron icónicos y también un duro recuerdo para la corona británica que se abrió ante el nuevo milenio con su rígida estructura e influencia social fragmentada.
Desde la muerte de Lady Di, a casi treinta años del cierre de The Crown, la princesa sigue resultado un referente obligado para entender a la Familia Real, así como una fuente de inspiración para el arte, la música, el cine, la literatura, la poesía y diferentes narrativas femeninas.
"The Crown trata a la realeza con más solemnidad, en realidad es más difícil decir 'Esto es trágico y lo vamos a tomar en serio' y ser flipante sin pedirle a la audiencia que se involucre emocionalmente y se sienta conmovido por ello”, agregó Morgan en su entrevista para diferenciar a esta serie de The Queen.
Aunque en la sexta temporada de The Crown nunca se muestra el accidente que le quita la vida a Diana, lo que sí vemos es que en el episodio número 4 que cierra esta primera entrega de episodios, es a Carlos llevando el cuerpo de la princesa de regreso a Londres abordo del avión real.
Para su sorpresa, ella aparece frente a él en la cabina del avión para intercambiar unas enternecedoras y después decir adiós.
Más adelante será la propia reina quien se encuentre con Diana y hable con ella, mientras que Al Fayed platica emotivamente con su hijo, muerto junto a la princesa de Gales en París.
"Nunca me lo imaginé como el 'fantasma' de Diana en el sentido tradicional: era ella quien continuaba viviendo vívidamente en las mentes de aquellos a quienes había dejado atrás... Diana era un personaje tan mítico, con un control tan fuerte sobre toda nuestra imaginación que evidentemente eso se convirtió en una gran efusión de dolor después de su muerte", dijo Morgan.
"Diana era única y supongo que eso fue lo que me inspiró a encontrar una forma única de representarla. Ella merecía un trato especial narrativamente”, finalizó.