Con la combinación del talento de Joaquin Phoenix y la visión de Ridley Scott, las expectativas están en su punto máximo para la nueva película Napoleón, un relato histórico que promete transportar a la audiencia a la Francia del siglo XIX, ofreciendo una experiencia cinematográfica inmersiva que los espectadores podrán disfrutar a partir del jueves 22 de noviembre en las salas de Cinépolis y Cinemex.
A medida que el estreno se acerca, el cineasta y el actor (que colaboraron hace dos décadas en Gladiador) están dispuestos a ofrecer una visión única y conmovedora de uno de los personajes históricos más fascinantes. La película promete explorar la compleja dualidad de Napoleón Bonaparte, desde sus brillantes estrategias militares hasta su tumultuosa relación con Josephine de Beauharnais (Vanessa Kirby).
Es fascinante recordar cómo la figura de Napoleón ha sido interpretada en la pantalla a lo largo de los años, incluyendo el monumental proyecto inconcluso de Stanley Kubrick. Mientras el cine contemporáneo se prepara para ofrecernos una nueva visión épica y emocional de este ícono histórico, es revelador mirar hacia atrás y explorar la película que marcó un hito en su representación cinematográfica.
Esta es la gran obra maestra sobre Napoleón que revolucionó el cine
Napoleón, dirigida magistralmente por Abel Gance en 1927, marcó un hito en la historia del cine al ser la primera película que se aventuró a retratar monumentalmente la vida del líder francés. La obra de Gance se destacó no sólo por su narrativa épica sino también por las invenciones técnicas que empleó, estableciendo un nuevo estándar para la representación de eventos históricos en la pantalla grande.
La epopeya de Gance, con una duración de cinco horas y media, recorre muchas de las experiencias formativas que permitieron el rápido crecimiento de Napoleón. Frío bajo presión, Bonaparte vence a feroces rivales, el terror mortal y las maquinaciones políticas para sellar su destino imperial. Monumentales y visionarios, los capítulos de la historia se desarrollan de manera estimulante unidos por una increíble hazaña de edición e ingenio técnico.
El director francés esperaba que el público pasara de ser un mero espectador a convertirse en un actor de la acción. Sin embargo, las cámaras portátiles estaban a algunos años de ser realidad, y la alternativa engorrosa era que sus camarógrafos llevaran pesadas cámaras motorizadas atadas al pecho, conectadas por un cable a un generador portátil en un camión.
En una escena ambientada en Córcega, Bonaparte (interpretado como adulto por Albert Dieudonné) es perseguido a caballo, y las cámaras, equipadas con lentes gran angular, tuvieron que ir más rápido de la velocidad habitual de los camarógrafos. La escena se inspiró en la secuencia del Klan en El nacimiento de una nación (1915), pero Gance, naturalmente, quería superar a D.W. Griffith. Para seguir el ritmo de la persecución, se colocaron tres cámaras en un coche y otra en un caballo. El camarógrafo jefe cabalgaba junto al caballo-cámara, accionando un motor de aire comprimido para alimentar el equipo.
Para la secuencia final, Gance introdujo una auténtica maravilla en la historia del cine que consistió en ensanchar la pantalla para dar cabida a tres imágenes imitando la estrategia del tríptico pictórico. A su propia invención le llamó Polyvision. Las tres partes de este tríptico eran imágenes complementarias o fusionadas en una única visión panorámica con una relación de aspecto de 4:1. Para este efecto espectacular, Gance ideó un equipo de tres cámaras, en el que las cámaras estaban montadas una encima de la otra.