La fantasía es un género que erróneamente suele pensarse que sólo está enfocado hacia un público infantil, sin embargo, películas como El Laberinto del Fauno de Guillermo del Toro y Coraline, la puerta secreta de Henry Selick, resultan ser perturbadoras para las audiencias más jóvenes debido a sus oscuros desenlaces que las colocan en el terreno del horror. Aunque ambas fueron filmadas en formatos diferentes - una en acción real y la otra en stop motion- comparten algunas similitudes narrativas que hacen que sean una joya del cine moderno.
Al igual que Alicia en el país de las maravillas y El mago de Oz, las protagonistas son niñas que no alcanzan los 15 años de edad y que, por diversas circunstancias, llegan a un mundo fantástico que las pone a prueba para alcanzar su madurez. Por un lado, Coraline (con la voz de Dakota Fanning) cruza una puerta que permanecía oculta en su nuevo hogar; esta la traslada a una realidad alterna en la que obtiene todo lo que desea, mientras que Ofelia (Ivana Baquero) descubre que es una legendaria princesa perdida y debe completar tres peligrosas tareas para obtener la inmortalidad.
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Una visión infantil
En ambas películas hay un detonante que ocasiona que las protagonistas tengan acceso a un misterioso y, por momentos, tétrico mundo mágico. Por un lado a Coraline, su vecino Wybie (con la voz de Robert Bailey, Jr.), le obsequia una muñeca idéntica a ella que tiene botones en lugar de ojos, a partir de ahí, en la noche se le presentan unos ratones que la conducirán a la puerta secreta que conecta con otro mundo, donde encontrará una versión más divertida de su vida que promete darle la felicidad eterna. Con Ofelia ocurre algo similar, ya que al llegar a su nuevo hogar coloca un ojo en la estatua de un Fauno y de inmediato sale un hada que dará inicio a su aventura.
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Pero el viaje no lo realizan solas, ya que tendrán un guía que las acompaña a lo largo de las pruebas y que les advierte de los peligros que pueden enfrentar. En el caso de la película de Selick, este labor recae en el Gato Negro, quien logra cruzar ambos mundos y que acompaña a la joven a lo largo de sus pruebas, mientras que en el film del De Toro encontramos al Fauno, quien será el encargado de revelarle su destino a Ofelia, asegurando que es la princesa Moanna y debe regresar a su reino. Ambos poseen información que las protagonistas no, lo que les da cierto poder sobre ellas, generando cierta desconfianza, pues nada garantiza que sean los verdaderos aliados, ya que hay momentos en que parecen tener intenciones mucho más oscuras.
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Ambas acaban de mudarse a un nuevo lugar que rompe con la estabilidad que ya habían construido, por lo que las historias funcionan como una metáfora de la transición de la infancia a la adolescencia que enfrentan las protagonistas, como hemos visto en cintas coming of age como Lady Bird, El viaje de Chihiro o Moonrise Kingdom. En este caso, tanto Coraline como Ofelia son las únicas capaces de ver un mundo mágico mientras los adultos permanecen escépticos a ellos.
La fantasía como vía de escape
En el caso de Coraline, los padres de la joven están absortos en el trabajo y su nuevo entorno le parece bastante aburrido. Cuando cruza la puerta secreta, hay una copia exacta de su casa, pero más colorida, con un precioso jardín y con unos padres atentos que harán lo que sea por mantenerla feliz, ya sea con rica comida, grandes regalos o maravillosas salidas. Es así como encuentra una copia de su familia y vecinos, que en esta realidad parecen mejores personas, solo hay un detalle: en lugar de ojos, poseen botones.
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En El Laberinto del Fauno el contexto histórico juega un papel muy importante, ya que la historia se desarrolla durante la posguerra española, donde Ofelia vive una realidad repleta de violencia y opresión, especialmente por parte de su padrastro, el capitán Vidal (Sergi López), por lo que la promesa de vivir en un reino mágico parece bastante atractiva. El laberinto es la manifestación de un viaje personal, rodeado de dificultades pero que a la vez marca su vía de escape a un mundo donde puede ser libre y olvidarse de los problemas de su vida real.
Ambas enfrentan situaciones con las que no están conformes, lo que las orilla a buscar una salida, la cual claramente está representada con el uso de las puertas, ya que una vez que la cruzan llegan a otra realidad mucho más agradable. Este recurso es más obvio en la película animada, ya que la conduce a la felicidad que no ha encontrado en su hogar, pero en la del cineasta tapatío también la encontramos en la segunda prueba con El Hombre Pálido, donde Ofelia utiliza la tiza para crear una puerta y escapar, por lo que de alguna manera la magia -y la imaginación- le dan la seguridad para crear nuevas alternativas que le permitan estar a salvo.
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La felicidad eterna a cambio de un sacrificio
Pero obtener esa felicidad no es nada sencillo por lo que ambas niñas deberán enfrentar difíciles pruebas que hacen a las películas verdaderamente terroríficas. Coraline descubre que la otra Madre es en realidad una bruja que busca el alma de los niños y para lograrlo los engaña ofreciéndoles la felicidad eterna, a cambio deben dejarse coser los ojos, por lo que todo en ese mundo se trata de una simulación. Al saber sus oscuras intenciones, la joven se niega y logra escapar, pero ahora ha perdido lo que más ama, sus padres, quienes han sido capturados.
Ante esta situación ella logra negociar, por lo que ahora debe recorrer los lugares que en su momento fueron mágicos y ahí encontrar las almas de las otras víctimas. Con la ayuda del Gato y de algunos objetos mágicos logra vencer las pruebas, enfrentar a la villana y finalmente regresar a su hogar. Aunque hay teorías de que ella nunca salió del otro mundo, la realidad es que al final vemos a una Coraline que finalmente acepta su realidad y aprende a vivir con ella.
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En cuanto al Laberinto del Fauno, la joven también debe pasar por tres pruebas que involucran extrañas criaturas, desde un sapo enorme hasta el hombre pálido que devora niños. Sin embargo, por muy terroríficos que parezcan, vencerlos es relativamente fácil ya que cuenta con herramientas mágicas que le ayudan a superar las pruebas. En cambio el verdadero monstruo se encuentra en realidad como el coronel Vidal, a quien es más difícil vencer.
Es así como la última prueba tiene que ver con su hermano menor, ya que Vidal está dispuesta a matarla; pero ella al encontrarse con el Fauno, este le dice que la única forma de salvarse y escapar es sacrificando al bebé. Ofelia sabe que no haría algo tan atroz como eso, por lo que prefiere morir, esta decisión, será su entrada al reino prometido, donde encuentra esta paz y liberación que tanto anhelaba. De esta manera, ambas encuentra la felicidad pero el camino para conseguirlo ha sido diferente.
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