Mike Flanagan ha traído una avalancha de notables e interesantes series a Netflix, desde La maldición de Hill House y La maldición de Bly Manor hasta la espléndida Misa de medianoche y la irregular El club de medianoche. Pero con La caída de la casa Usher, que ya puedes disfrutar en la famosa plataforma de streaming, logra incluir astutamente referencias no solo a todo lo relacionado con Edgar Allan Poe, sino también a sus aterradoras películas, incluidas Hush: Silencio y El juego de Gerald.
Algunas son más fáciles de detectar que otras, ya sea porque Netflix no puede dejar de hacer referencia a su propio catálogo (una estrategia autorreferencial que ya se había manifestado en Black Mirror). Pero esta espeluznante decoración de fondo puede pasar desapercibida por parte del espectador si se distrae o parpadea. Al principio de la nueva serie, Flanagan muestra un accesorio que recuerda su época anterior a su prolífica carrera en Netflix, cuando dirigió una precuela sorprendentemente efectiva que eclipsó perversamente a su predecesora.
Esta es la forma en que Mike Flanagan rinde homenaje a una de sus propias películas
En el episodio 1, "Una lúgubre medianoche", Roderick Usher (Bruce Greenwood) le cuenta a su enemigo C. Auguste Dupin (Carl Lumbly) la escalofriante historia de la muerte y resurrección de su madre. Nos trasladamos a una noche de 1962 con el Roderick niño (Graham Verchere) que comparte cama con su hermana Madeline (Lulu Wilson). En el minuto 14:48, antes de que los despierte el espantoso ascenso de su madre de su tumba casera, vemos un juguete curioso al lado de su cama. Junto a libros y juegos, apoyada contra unos estantes, se apoya una tabla de ouija, es el mismo objeto que aparece en una de las películas previas de Flanagan.
En 2014, Universal Pictures y Blumhouse Productions unieron fuerzas para convertir el juego de mesa ouija en una franquicia, con la esperanza de seguir el éxito de Actividad paranormal y La noche del demonio. Toneladas de historias de miedo han surgido de este tablero espiritual para convocar a los espíritus. Sin embargo, con Ouija, el director Stiles White presentó una historia frustrantemente insulsa de adolescentes aterrorizados por fantasmas.
Afortunadamente, para la secuela los productores contrataron a Flanagan. El cineasta estaba construyendo su prestigio con películas de terror tan aclamadas por la crítica como el thriller ambientado en un túnel Absentia y la amenaza centrada en espejos Oculus. Para Ouija: el origen del mal, Flanagan y su coguionista de Oculus, Jeff Howard, decidieron mirar hacia atrás en lugar de hacia adelante, escribiendo una precuela que aprovechó la espeluznante historia presentada en la película de 2014.
Ambientada en 1967, Ouija: El origen del mal aprovecha un escenario común para los terrores de Flanagan: una familia devota entre sí pero tensa por la influencia de fuerzas paranormales malévolas. En este caso, Alice Zander (Elizabeth Reaser) es una madre viuda de dos hijos que realiza lecturas psíquicas para mantener a su familia. Sus hijas, la adolescente Lina (Annalise Basso) y Doris (Lulu Wilson), de nueve años, ayudan, ya que las sesiones de espiritismo de su madre son una serie de artimañas y trucos. Es decir, hasta que deciden incorporar una tabla ouija como parte de su estrategia.