Las imágenes son fundamentales para el género de terror, pero existe una amplia gama de formas en que los directores pueden abordar el terror en lo que respecta a la estética visual. Algunos directores, como Dario Argento (en Suspiria), Panos Cosmatos (en Mandy) o Richard Stanley (en Color Out of Space), se inclinan por una paleta de colores exuberante llena de rojos intensos y variantes de colores primarios. Otros directores optan por una paleta más apagada de grises y verdes para darle a sus películas una apariencia descolorida y embrujada, personificada en La maldición (de Takashi Shimizu) o It Follows (de David Robert Mitchell).
En La maldición de Hill House, el escritor y director Mike Flanagan adoptó este último enfoque con historias cuyos temas pesados y emociones profundas combinaban con sus paletas de colores más oscuros. Sin embargo, este no es el único estilo visual que Flanagan ha empleado a lo largo de los años. El club de la medianoche, como adaptación juvenil, era más colorido y brillante, mientras que La maldición de Bly Manor tenía una paleta de colores más clara y descolorida que recordaba la nostalgia de los 80 y encajaba con el entorno remoto del programa.
Ahora, La caída de la casa Usher, la nueva serie de Flanagan disponible en Netflix, confirma ser un nuevo deleite visual. Basada libremente en el cuento de 1839 y otras obras de Edgar Allan Poe, el relato sigue a Roderick (Bruce Greenwood) y Madeline Usher (Mary McDonnell), los codirectores ejecutivos de un conglomerado farmacéutico corrupto y respectivos jefes de una familia igualmente corrupta y rica. Cuando el clan Usher se ve asolado por una serie de muertes misteriosas, Roderick debe enfrentar los pecados enterrados durante mucho tiempo del pasado de su familia en la forma de Verna (Carla Guigno), una mujer misteriosa con un conocimiento íntimo de los Usher y sus vicios.
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La más reciente producción nacida de la colaboración de Flanagan con Netflix no tiene ninguna relación con ninguno de los programas anteriores del showrunner, sino que pretende ser una serie independiente. "Es lo más cerca que estaré del giallo", dice el también director de El juego de Gerald y Doctor Sueño en una entrevista con The Wrap en relación al peculiar estilo de horror italiano. “Es salvaje. Es colorido, oscuro, empapado de sangre, malvado, divertido, agresivo, aterrador e hilarante. Nunca me he puesto a trabajar en nada parecido. Dejamos todo lo que hay en el campo con él y es simplemente una diversión grandilocuente”.
'Misa de medianoche' es la serie más desafiante de Mike Flanagan
Sin embargo, resulta oportuno recuperar la mejor de las series de Flanagan que sirve como testimonio de sus habilidades como narrador. Misa de medianoche ofrece algunas de las escenas más perturbadoras y deliciosamente extrañas de la obra de Flanagan. La ansiedad religiosa, que afecta a los verdaderos creyentes, a los no creyentes y a los hipócritas, es un tema común, pero difícil de ejecutar sin caer en un cliché. Flanagan utiliza imágenes descomunales del horror para explorar diferentes sabores de fe y duda con matices terroríficos e inquietantes. Sin reivindicar ni condenar a los devotos, sugiere que la lealtad incuestionable a cualquier dios que uno adore podría ser lo más peligroso de todo.
Netflix
Si bien Misa de medianoche está impregnada de simbolismo religioso, una de las subversiones más sorprendentes de este simbolismo coincide con la confesión del padre Paul (Hamish Linklater). En el “Libro Tres: Proverbios”, el padre Paul confiesa la verdad: en realidad es monseñor John Pruitt, rejuvenecido nuevamente al beber la sangre de una criatura que él cree que es un ángel. Mientras el padre Paul narra su conversión, se muestran tallas de madera que representan escenas específicas. Estas escenas talladas están hechas para parecerse al Vía Crucis. Simbólicamente, la historia de Pruitt pretende ser un giro oscuro de este suceso para reinterpretar de una manera sombría y siniestra el trayecto de Jesús hasta su crucifixión y entierro.
