En 1973 se estrenó una cinta que llegó a transformar por completo el género del horror: El exorcista. Adaptando la novela homónima de William Peter Blatty, mismo que escribió el guion, William Friedkin pasó a la historia como el cineasta que realizó la mejor película de dicho género en toda la historia del cine, o al menos eso es lo que piensan millones de espectadores y diversos críticos. Lo explícito en sus imágenes de una posesión demoníaca fue lo que escandalizó al público de la época, pero parece que aún en la actualidad hay personas que no se atreven a ver este famoso largometraje.
Protagonizada por Ellen Burstyn, Jason Miller, Max von Sydow y Linda Blair en el papel de la mítica Regan MacNeil, El exorcista trascendió como uno de los títulos imperdibles del séptimo arte. Con frecuencia es recordada con sumo terror por los fans, quienes con el simple hecho de imaginar los fragmentos intermitentes del rostro de Pazuzu tienen suficiente para que decidan dormir con las luces prendidas, pero hay muchos elementos cinematográficos que hacen de esta película una pesadilla eterna.
Desde el montaje sonoro hasta los efectos prácticos y visuales, Friedkin logró aprovechar de una manera increíble todo lo que estaba a su disposición frente a la cámara y en la sala de edición para aterrorizar a los espectadores. En los años 70 quizás era demasiado para las audiencias, pero ahora hay quien se ríe de Regan bajando las escaleras en reversa o lastimándose a sí misma con un crucifijo, a pesar de que esas escenas son parte fundamental para impactar al público y han quedado grabadas en nuestras mentes de por vida.
Obviamente no podemos olvidarnos de la escena en la que el padre Damien Karras (Miller) acude a la casa de las MacNeil para encontrarse con Regan y comprobar si en realidad está poseída por un ente demoníaco. En una de las interacciones, la niña vomita directamente hacia él y le cae en la boca, algo que ha sido ridiculizado en cintas como Scary Movie y provoca mucho asco a cualquiera que esté viendo la secuencia. Dicho momento se convirtió en uno de los más entrañables de la producción cinematográfica, pero en realidad la escena no había sido planeada de tal manera.
Warner Bros. Pictures
Aunque no lo creas, el también director de Contacto en Francia jamás tuvo en mente que la secreción verdosa cayera en la boca del actor, sino que tenía que caerle en el pecho; sin embargo, el tubo proyectil falló en ese instante y fue por eso que apuntó directamente a su cara. ¿Has notado la expresión de disgusto del Padre? Pues resulta que fue completamente genuina, así lo declaró Miller en entrevistas posteriores, donde aseguró que estaba muy enojado por el error ocurrido en el set durante el rodaje.
Warner Bros. Pictures
¿A quién no le habría molestado eso? En fin, sin esa equivocación no habríamos tenido como legado una de las escenas más icónicas en la historia del cine. Ahora tocará ver cómo sigue la historia iniciada por Friedkin en la pantalla grande con El exorcista: Creyentes, la continuación directa creada por David Gordon Green, el también director de las secuelas de Halloween.
