En 2010 se estrenó Iron Man 2, la continuación de la primera entrega que iniciaría con lo que ahora conocemos como el gigantesco MCU. Ya familiarizados con Robert Downey Jr. como Tony Stark y Gwyneth Paltrow como Pepper Potts, nos tocó conocer a un nuevo personaje: la agente encubierta Natasha Romanoff. Emily Blunt había sido seleccionada para darle vida a la superheroína, pero por problemas de agenda abandonó la producción y fue así que el papel llegó a manos de Scarlett Johansson, quien ya había participado en una película de superhéroes unos años antes.
Ahora todos pensamos en Johansson como Black Widow, pero en 2008 participó como una villana sumamente exagerada en la película The Spirit. Dirigida por Frank Miller, también escritor de cómics, la película retomó la tira cómica del mismo nombre, escrita por Will Eisner. En ella se presenta a Denny Colt, un hombre que volvió después de la muerte y se convirtió en un héroe fantasmagórico que tiene como propósito eliminar a Ciudad Central de cualquier mal.
Contando con las actuaciones de Eva Mendes, Gabriel Macht, Sarah Paulson y Paz Vega, The Spirit presentó un villano que curiosamente también fue interpretado por uno de los personajes más importantes de Marvel: Samuel L. Jackson. En este proyecto personificó a The Octopus, el némesis del protagonista que tiene como plan destruir Ciudad Central en su totalidad, sólo que no lo hará solo, sino en compañía de una de sus secuaces.
La actriz nominada al Oscar interpretó a Silken Floss, una femme fatale un poco más cuerda que Octopus, pero que forma parte de una sátira a los soldados nazis. Fue precisamente eso lo que incomodó bastante a la intérprete estadounidense, pues tuvo que usar un traje con una gran esvástica. Fue particularmente molesto para ella ya que es judía y practica dicha religión, tal como lo hizo su familia desde hace varias generaciones.
En una entrevista con el medio australiano Dark Horizons durante el año de estreno de la película, la protagonista de Perdidos en Tokio aseguró que fue muy hiriente ponerse las prendas de ropa con esos símbolos, pero tuvo que superarlo para poder realizar su trabajo. “Nunca pensé que llevaría un brazalete con la esvástica. Fue completamente extraño ponerse el uniforme por primera vez. Pensé ‘Mi abuelo se está revolcando en su tumba’”.
Dos años más tarde regresaría a una película de cine de superhéroes pero para un rol completamente distinto, aunque el disfraz también le provocó algunos problemas, pues hay muchas pruebas de entrevistas y conferencias de prensa en las que la actriz de Avengers es objeto de sexualización por el traje entallado que usó y que parecía lo único importante de su personaje, a diferencia de lo que experimentaban sus otros compañeros de elenco durante la promoción de las cintas de Marvel.