Barbie, la más reciente película de la directora Greta Gerwig, puede estar a punto de abrirse camino en la taquilla del verano cuando llegue a las salas de Cinépolis y Cinemex el próximo 20 de julio, mismo día que estrena la también esperada película de Christopher Nolan, Oppenheimer. Sin embargo, el mundo color rosa habitado por Margot Robbie en el rol protagónico dista mucho de una peculiar adaptación de la popular muñeca de Mattel realizada hace poco más de tres décadas.
En 1987, cuando era estudiante de Artes en Bard College, Todd Haynes coescribió (con Cynthia Schneider) y dirigió Superstar: The Karen Carpenter Story, un cortometraje biográfico experimental sobre los últimos 17 años de la vida de la icónica cantante mientras luchó contra la anorexia y finalmente fue consumida por el trastorno de alimentación, usando muñecas Barbie.
El filme de 43 minutos rápidamente se transformó en una pieza de culto por su originalidad y su carácter experimental y transgresor. El director aprovechó el uso de los populares productos de Mattel no sólo para narrar la difícil batalla que sostuvo Karen Carpenter, sino también para retratar la influencia cultural de The Carpenters, cuya música ha aparecido en películas como Sombras tenebrosas de Tim Burton y Shrek para siempre de DreamWorks Animation.
La fragilidad emocional y física de la cantante estadounidense es representada mediante muñecas demacradas, imágenes de archivo, falsas cabezas parlantes y un amplio uso –no autorizado– de la música de los Carpenters. Aunque muchos criticaron la burla, incluso el mal gusto, de Haynes hacia la historia de una joven cuya fama y éxito contribuyeron a su temprana muerte, lo más destacado es que el también director de Carol y Wonderstruck: El museo de las maravillas camina hábilmente sobre una cuerda floja que oscila entre la cruel ironía y la conmovedora sinceridad.
El objetivo de Haynes (quien recientemente estrenó en Cannes su nueva película, May December, con Natalie Portman y Julianne Moore) no es Karen, sino que pretende hacer un mordaz comentario sobre la brutal maquinaria trillada que emplean cineastas y periodistas para aproximarse a la difícil vida de los artistas y las celebridades. De hecho, Karen surge en el filme como una figura simpática, como la trágica heroína de esta puesta en escena. La música también es empleada con el máximo respeto; emotiva y poderosa resulta la quietud de las muñecas fingiendo que cantan.
A pesar de su audacia, la película nunca pudo ser exhibida en Estados Unidos. Richard Carpenter, que estaba molesto por su representación y la de su familia, demandó a Haynes y ganó por no obtener los derechos adecuados de la música, bloqueando así cualquier posible estreno en salas. Haynes, quien alista su siguiente película, Fever, con Michelle Williams, propuso exhibirla "únicamente en escuelas y clínicas para promover un programa de investigación en torno a la anorexia".