Las películas de terror que exploran el concepto del Anticristo aprovechan los miedos primarios sobre la naturaleza del bien y el mal, así como el potencial del mal para nacer y crecer dentro de un niño aparentemente inocente. Quizá El bebé de Rosemary de Roman Polanski es una de las mejores reflexiones al respecto, pero también podrían añadirse La profecía de Richard Donner y Exorcismo en el Vaticano de Mark Neveldine.
La eterna batalla entre el bien y el mal recibe un giro tecnológico en el thriller religioso La conspiración del Diablo, película que ya puedes ver en las salas de Cinépolis y Cinemex a partir de este jueves 29 de junio. El director canadiense Nathan Frankowski y el guionista debutante Ed Alan cuentan la historia de Laura (Alice Orr-Ewing), una atea que estudia historia del arte en Turín, cuya vida cambia cuando se ve envuelta en el plan de una secta siniestra para liberar a Lucifer (Joe Anderson) y concebir al Anticristo.
La película es una mezcla de influencias, que retoma clásicos del terror como El exorcista hasta referentes de la acción y ciencia ficción como Terminator 2, pasando por las dinámicas de los relatos de superhéroes de hoy en día. En el camino, el filme insiste en que los ángeles y los demonios que se encuentran en el arte religioso no son metáforas de la condición humana, sino criaturas reales que libran una guerra literal.
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Sin embargo, hay un elemento relevante que Frankowski retoma del mundo real. Se trata del Santo Sudario de Turín, una larga pieza de lino -resguardada en la capilla de Guarini- que lleva la sangre y el contorno del cuerpo de un hombre que algunos han creído durante mucho tiempo que es el sudario funerario colocado sobre el cuerpo de Jesús después de la crucifixión, y del cual resucitó de entre los muertos a los tres días.
La trama de la película se pone en marcha cuando la Sábana Santa se exhibe públicamente por primera vez en décadas en la Catedral de San Miguel en Turín. Aprovechando este momento de relativa exposición, los secuaces de Lucifer irrumpen en la catedral después del anochecer, roban el manto sagrado, confrontan al padre Marconi (Joe Doyle) y toman prisionera a Laura.
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Para que la presunción de la película funcione, el espectador debe aceptar los siguientes puntos: que la Sábana Santa es una reliquia real de la resurrección, que el ADN de Jesús vive en las manchas de lo que parece sangre, y que el ADN podría provenir de para diseñar un clon de Jesús. Si bien el punto final es una tontería de ciencia ficción (al menos, por ahora), los dos primeros han sido una fuente de controversia durante siglos.
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Si bien casi todos los análisis históricos y científicos realizados sobre la Sábana Santa sitúan sus orígenes en el siglo XIII o XIV, lo que la convierte en una falsificación de más de 1000 años después de la muerte de Jesús, los creyentes religiosos han mantenido durante mucho tiempo su legitimidad y su poder como símbolo de fe, pero sin el reconocimiento oficial del Vaticano. En lo que se refiere a la película, la Sábana Santa es el objeto sagrado por excelencia; ni siquiera la escéptica Laura se atreve a cuestionar su legitimidad.
