La sexta temporada de Black Mirror ha abierto a lo grande con un episodio que recuerda la escencia por la cual esta serie de Netflix se volvió tan popular. En sus primeras temporadas el núcleo principal de esta antología era la crítica al constructo social, cosa que poco a poco se fue diluyendo hasta el punto en que su Charlie Brooker dijo que ya no tenía nada que criticar, siendo así una derrota que indicaba que "los malos habían ganado", esto claro, hasta que encontró de nuevo a quien señalar, y para sorpresa de todos, fue la casa a la que pertenece quién recibió la primera bala.
El nuevo episodio, protagonizado por Salma Hayek, se trata sobre una jefa déspota con una vida privada basada en mentiras y que un día, en una plataforma de streaming cuya interfaz es muy parecida a la de Netflix, descubre una serie en la que la actriz de Eternals replica su día con todo detalle.
Al momento en el que no dejan de parar las similitudes, hace frente a la plataforma sólo para darse cuenta que está atada de manos, pues la plataforma de streaming está blindada legalmente para espiarla y usar su imagen porque así lo ha consentido en las condiciones de uso al contratar el servicio.
El episodio básicamente señala a Netflix como una corporación maquiavélica que roba nuestros datos para su beneficio. Esto fue tan claro y directo que Brooker esperaba ser castigado o al menos que la platafora pusiera algún pero para no publicarlo, sin embargo en una entrevista para Empire confesó: "No hubo ninguna oposición, que yo supiera. Lo cual es un poco decepcionante, porque estaría bien poder decir: lo hice de todas formas... ¡porque soy anarquista! Pero no."
Tal parece que a Netflix no le importa que se le catalogue como el villano, después de todo, como dice el dicho "no existe la mala publicidad".