Desde Las zapatillas rojas hasta El soldadito de plomo (que aparece en Fantasía 2000), pasando por Frozen (reinterpretación de La reina de las nieves), los cuentos de Hans Christian Andersen han recibido múltiples adaptaciones cinematográficas. Pero quizá ninguna es tan famosa como La Sirenita, tanto el clásico animado de Disney de 1989 como la nueva versión live-action dirigida por Rob Marshall y protagonizada por Halle Bailey.
El cuento de hadas original fue escrito por el autor danés en 1837 como una carta de amor para un hombre llamado Edvard Collin. Andersen, a quien los biógrafos creen que era bisexual, se enamoró de Collin. "Languidezco por ti como por una linda moza calabresa... mis sentimientos por ti son los de una mujer", escribió Andersen en una carta a Collin. "La feminidad de mi naturaleza y nuestra amistad deben seguir siendo un misterio". Estas líneas definen muy bien ese amor que también siente la joven sirena Ariel por el apuesto príncipe Eric (Jonah Hauer-King).
Collin no se sentía de la misma manera. En sus propias memorias, Collin escribió: "Me encontré incapaz de responder a este amor, y esto causó mucho sufrimiento en Hans". Parece que Andersen anhelaba ser parte del mundo de Collin. Y cuando Collin más tarde se casó con una mujer, Andersen escribió La Sirenita, que "se muestra a sí misma como una forastera sexual que perdió a su príncipe por otra mujer", señala el crítico literario Rictor Norton. Incluso, en la nueva película de Disney esa mujer es Vanessa (Jessica Alexander), la atractiva apariencia humana con la que Úrsula (Melissa McCarthy) engaña al príncipe.
El príncipe de la historia original se casa con la nueva mujer, "dejando a la sirena tan triste que se convierte en espuma de mar después de llorar de dolor". Andersen nunca le envió la historia a Collin. El escritor siempre se sintió tan intensamente como las criaturas y personas de sus historias. Con su rostro alargado y estrecho, ondas de cabello castaño oscuro, ojos hundidos, nariz prominente y labios delgados y levemente curvados, como se captura en un conocido retrato de Christian Albrecht Jensen, quizás incluso él mismo se sentía un poco sobrenatural con una melancolía ligeramente inquietante.
Cuando Edvard anunció sus planes de casarse con una mujer, Andersen estaba devastado. En algún momento Collin definió a Andersen como un "amigo digno" en una carta en 1836, el año de su boda, Andersen finalmente pareció romperse. Desde la isla de Fyn, donde se había retirado, escribió una reprimenda aguda y sutilmente erótica a su enamorado. "¿Por qué me llamas tu "digno amigo"? ¡No quiero ser digno! Esa es la palabra más insípida y aburrida que podrías usar. ¡Cualquier tonto puede ser llamado digno!…. Tengo la sangre más caliente que tú y la mitad de Copenhague. ¡Edvard, me siento tan furioso por este clima repugnante! Yo también te anhelo, estremecerte, ver tu risa histérica, poder alejarme insultado y no volver a casa contigo por dos días enteros".
La Sirenita, entonces, se convierte en algo más que una fábula memorable. Es el intento de un hombre de traducir sus frustrados deseos al lenguaje de una historia fantástica. Es una mirada cifrada, pero bastante clara, a la intensa emoción amorosa que no pudo concretar. Andersen revela sus deseos a través de una historia que aborda las profundidades del mar, tal como le escribió a Edvard en una carta de 1835. "Si miraras hasta el fondo de mi alma, comprenderías completamente la fuente de mi anhelo y te apiadarías de mí. Incluso el lago abierto y transparente tiene sus profundidades desconocidas que ningún buzo conoce".