La Sirenita arrastra mucha crítica injusta desde que se dio a conocer a Halle Bailey como intérprete de Ariel. Argumentos raciales, por supuesto. Ese es el mundo de hoy, pero también aceptamos que la propia productora no se ha ayudado mucho por el desastre que resultó Pinocho, de Tom Hanks, por ejemplo, sin embargo, fuimos a ver la película y terminamos con la agradable sorpresa de descubrir la voz de la protagonista como instrumento capaz de causarnos regresiones a los momentos más felices de nuestra infancia.
Rob Marshall, el director, adaptó el libreto de la película original y trató de apegarse un poco más al cuento original de Hans Christian Andersen en esencia. ¿Cómo? El autor nórdico creó este relato mitológico para esconder la tristeza detrás de un amor no correspondido y mal visto en tiempos romanticistas, pues cayó enamorado de un joven llamado Edvard Collin incapaz de sentir lo mismo por él, en especial por todos los tabúes que había contra la comunidad LGBTQ+. Una historia, de origen, inclusiva y cuya naturaleza permitió que la producción la globalizara.
Puede parecer un tema bastante purista, sin embargo, es un lindo homenaje al propio cuento que en los ochentas emergió como una película animada para todos los pequeños de las generaciones venideras, que sin importar si éramos niños o niñas, nos gustaba por igual por distintas razones: el color, la historia, la música, los personajes y lo entretenida que puede ser, y todo eso, de forma afortunada esta en esta decente adaptación a la acción real que desde ya pueden ver en Cinemex y Cinépolis.
David Magee, el también guionista de Las crónicas de Narnia, ajustó de forma regular este libreto, y decimos regular porque logró destacar a Ariel como una mujer independiente sin la necesidad de valerse del príncipe Eric (Jona Hauer-King) y la dotó con características que definen a la mujer contemporánea, desafortunadamente hay sucesos a lo largo del filme alargando la historia entre La Sirenita, sus amigos, la tía malvada y el príncipe que pueden ser somníferos para los chiquitines.
Halle sí tiene canto de sirena
La voz de Bailey vale el boleto. La chica protegida de Beyoncé en su disquera tiene una capacidad vocal para magnificar el famoso canto de estas criaturas marinas, un pasaje mitológico bello y aterrorizante. Aún escuchando las canciones en inglés como "Part of Your World", "Under the Sea" y "Kiss the Girl", se conservan las bases, el tempo y la letra que cantamos durante días como loquitos cuando éramos pequeños. Ese detalle permite imaginar por qué fue elegida como protagonista de este live-action.
Y a nivel actuación tampoco pide nada. Halle proyecta los sueños de Ariel y su inocencia tal convincente que lo último que estás pensando es en su ejecución, es más, la dupla que hace con Javier Bardem como Tritón es bastante tierna. Es el fiel reflejo de cómo la sobreprotección de un padre tiene serias consecuencias en los hijos, y aprovechando este espacio debemos agregar que la complicidad con Sebastián (Daveed Diggs) es de lo mejor, lástima que no podemos decir lo mismo de Flouder (Jacob Tremblay), el pecesito que no tuvo un desarrollo tan bueno.
Melissa McCarthy deja una impresión fuerte como Úrsula, pero a primera instancia. Conforme avanza el libreto se convierte en un personaje que no te remite a la más mínima señal de peligro, sino que cuestionas la forma en la que el CGI a veces le juega en contra. Con decirles que hasta el forzado rap de Awkwafina (Scuttle), quizá idea de Lin-Manuel Miranda, quien estuvo detrás de la supervisión musical del live-action deja mucha más diversión que la propia tía amargada.
Efectos visuales poco coloridos
La vida bajo el mar la imaginamos bastante colorida, al menos para una película como La Sirenita, sin embargo, por momentos la atmósfera se vuelve bastante opaca, sombría, sobria, no alcanzamos a entender cómo la interpretación de "Bajo el mar" se queda en el intento por el simple hecho de la falta de detalles en contraste y saturación. Ahora, en muchos momentos en las profundidades las actuaciones se ven arruinadas por el pésimo efecto impreso en la cinta y hasta nos preguntamos si realmente pasó todos los filtros de postproducción.
En este sentido, la magia se queda bastante alejada de lo que uno piensa ver en pantalla. En cambio, gracias a este inconveniente las canciones de Úrsula y "Kiss The Girl" se convierten en las más aprovechadas, en especial esta última, una escena que sin importar la modificación de la letra para erradicar el beso por la fuerza y transmitir el mensaje de previo consentimiento, es un momento bastante cálido para chicos y grandes.
Falta de escenas, pero justificadas
Dentro de los faltantes nos saltó el hecho de que Tritón no cabalgara en el océano con su carroza de delfines, sino que siempre fue bastante solitario en su movimiento, al menos así lo sentimos para su carácter como rey de los siete mares. Tampoco tenemos la épica escena del chef Louis (Miranda) dejando traumas al pobre de Sebastián por su forma de cocinar pescado para los invitados.
Y podemos imaginar que el realizador y sus guionistas, al igual que respetaron la figura contemporánea de la mujer, lo hicieron con los derechos de los animales y la transmisión de crueldad animal. Era suficiente saber la forma en la que Úrsula es derrotada por nuestrapareja de tórtolos, una escena que desde la animada nunca fue condescendiente por su nivel de violencia.
Podemos decir que entre pros y contras todo está equilibrado. La Sirenita es un live-action entretenido, que los niños van a disfrutar junto con sus padres, pero que trastabilla aparentemente por su presupuesto. Si son personas que simplemente buscan entretenimiento, lo encontrarán, de lo contrario, quizá pierdan mucho tiempo (y dinero) tratando de analizar las profundidades del lenguaje cinematográfico de un clásico donde lo único que importa es la importancia de siempre creer sin importar las limitantes.