No importa el momento del siglo XX, películas como Nosferatu de F.W. Murnau, Entrevista con el vampiro de Neil Jordan o incluso Crepúsculo con Robert Pattinson y Kristen Stewart han demostrado que la leyenda del vampiro es una de las más fascinantes. La idea de la criatura nocturna que se alimenta de sangre humana ha existido durante siglos y perdura hasta nuestros días. Numerosos países y culturas de todo el mundo tienen una visión particular –aunque con muchas similitudes– sobre esta entidad.
No importa la variación, todos los cuentos de vampiros tienen algo en común: la necesidad de saciar la sed de sangre. No fue hasta finales del siglo XIX que un autor irlandés se animó a recapitular una amplitud de conocimientos referentes a viejos mitos, leyendas y cuentos folclóricos para confeccionar uno de los personajes más famosos de la literatura que ha recibido un extenso tratamiento en el cine. Drácula, de Bram Stoker, se publicó por primera vez en 1897 y de ahí en adelante el personaje estableció el precedente para todos los vampiros de ficción, incluyendo una de las adaptaciones más fieles: el Drácula de Bram Stoker, dirigido por Francis Ford Coppola en 1992.
La obra literaria de Bram Stoker introdujo personajes que son casi mitológicos dentro de la cultura pop: el mismo Conde, su némesis de facto Van Helsing y, naturalmente, el tema que está presente en la película Renfield: Asistente de vampiro del director Chris McKay. El nombre "Renfield" ha sido crucial para la iconografía de Drácula desde que se publicó el libro de Stoker, y la mayoría de las adaptaciones cinematográficas lo incluyeron hasta cierto punto, pero en un rol secundario.
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La versión de McKay presenta nada menos que a Nicolas Cage como el vampiro infame, pero cambia las reglas al colocarlo como personaje secundario y centrar su atención en Renfield como el protagonista, merecidamente, dada su intrigante psicología, sus vínculos con su "maestro" y cómo el personaje es ubicuo pero subutilizado.
En la narrativa de Stoker, Renfield es un recluso en el sanatorio supervisado por el Dr. John Seward, incluso, en la película de 1992, es interpretado por Tom Waits. La naturaleza única de Renfield lo convierte en un punto de fascinación específica para Seward, quien lo describe como inmensamente fuerte para su edad (tiene 59 años y no es un joven como Nicholas Hoult), "mórbidamente excitable" y propenso a "períodos de tristeza".
Seward diagnostica a su paciente como zoófago (carnívoro) porque Renfield consume compulsivamente una variedad de animales para lograr la inmortalidad, que anhela por encima de todo. Él cree que la sangre de los seres vivos es la clave para la vida eterna. Comienza con moscas antes de ascender en la cadena alimenticia: arañas, pájaros, ratas y más tarde le pide a Seward un gato (incluso, durante el rodaje de Renfield, Cage recordó cuando comió cucarachas).
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Más que su regocijo por comer animales inocentes o sus momentos de furia siniestra, el enfoque único de Renfield es su rasgo más aterrador. Sirve como un espejo para Drácula: un ser humano que devora criaturas serviles y prescindibles para su beneficio. Como tal, Renfield adora a Drácula, quien le prometió la inmortalidad siempre y cuando Renfield obedeciera sus órdenes.
Renfield le otorga a Drácula acceso al sanatorio y el vampiro se alimenta de Mina Harker, la heroína de la historia (interpretada por Winona Ryder en el filme de Coppola), un acto que Renfield no tiene escrúpulos, hasta que conoce a Mina en persona y experimenta un inconveniente ataque de conciencia. Atormentado por la culpa pero incapaz de explicar el peligro, Renfield ataca a Drácula para tratar de proteger a Mina; el Conde rompe el cuello de Renfield por su traición.
