Aunque los aplausos para reconocer su trabajo incrementaron a partir de 2010 con su icónico personaje de El Cochiloco en El infierno, Joaquín Cosío ya había demostrado su talento actoral en cine y teatro. Además de destacar en el cine mexicano con Belzebuth y La delgada línea amarilla, el actor nacido en Tepic ha trabajado en Hollywood en títulos como 007 Quantum, Rambo: Last Blood y El escuadrón suicida.
Así como su compañero Damián Alcázar encarna a Rosendo, Ambrosio y Regino, Cosío también interpreta a tres personajes en ¡Que viva México!, el nuevo filme de Luis Estrada que —a partir de la historia de vida de Pancho (Alfonso Herrera), un hombre de clase media que aspira a pertenecer a la élite minoritaria del país— traza un caricaturesco retrato sobre la sociedad mexicana polarizada.
En la secuencia inicial de la película, que ya puedes disfrutar en Cinépolis y Cinemex, vemos a Pancho en su lujosa mansión acompañado de su esposa (Ana de la Reguera) y su jefe (José Sefami). Durante la cena, el padre (Alcázar) y el abuelo (Cosío) irrumpen violentamente en la casa y, después de una breve discusión, someten a Pancho y lo llevan al paredón, es decir, lo colocan frente a un muro para que sea fusilado.
La intriga de la escena no proviene del peligro o la violencia, ya que Estrada establece un tono fársico y satírico desde el inicio. No obstante, la escena es un momento lleno de surrealismo y extravagancia principalmente por el abuelo, quien viste a la vieja usanza de finales del siglo XIX (camisa beige, chaqueta charra de gamuza, botas charras al tobillo con espuelas, sombrero de ala ancha y un bigote ancho que recuerda a Emiliano Zapata) como si perteneciera al universo de ¡Vámonos con Pancho Villa! de Fernando de Fuentes, pero principalmente porque se sigue comportando como alguien que se quedó estancado en los ideales revolucionarios de inicios del siglo XX.
Más tarde, cuando la familia de Pancho —incluyendo a su madre (Ana Martin), su abuela (Angelina Pelaez) y hermanos— se reúne en su pueblo natal, La Prosperidad, se confirma que el abuelo nació en 1897. En este sentido, los poco más de 120 años del personaje son la metáfora perfecta para hablar del México moderno: un país que, incluso un siglo después de la, sigue sin materializar los ideales de libertad, igualdad y prosperidad de principios del siglo XX. Esto implicaría, de manera sutil, que Estrada cuestiona el discurso de los logros y alcances de la Revolución y si esa "tercera transformación" aún no se ha materializado resulta, entonces, imprudente hablar de una "4T".