Pancho Reyes (Alfonso Herrera) creció en el humilde pueblo de La Prosperidad junto a su numerosa y empobrecida familia liderada por su padre, Rosendo (Damián Alcázar), pero al emanciparse a la capital se convirtió en un tipo de clase alta, esposo de Mari (Ana de la Reguera) y mano derecha del encargado de una fábrica (José Sefami). Hasta que una llamada de su padre lo lleva de regreso a su hogar para poner en orden la herencia dejada por su abuelo, Francisco Reyes (Joaquín Cosío), sin saber que el choque de mundos desataría una guerra clasista en un país en vía de una Cuarta transformación. ¡Que viva México! es una nueva sátira de Luis Estrada que refleja la actualidad de una nación totalmente polarizada.
A comparación de La dictadura perfecta, una crítica directa a la longeva estancia del PRI en la silla presindencial en México, Estrada desvía su mirada al choque social causado por la "austeridad" y filosofía anticorrupción del Mandatario Andrés Manuel López Obrador, mostrando que el cineasta utiliza el género de la sátira política de forma ecuánime y objetiva, sin alguna atadura como muchos piensan por la simple presencia de Alcazar, simpatizante del gobierno en turno. El cineasta tiene el acierto de realizar una película con una reflexión superficial y universal para que cada espectador genere su propio juicio, criterio y extraiga el mensaje necesario. Después viene una capa más profunda donde la sociología juega parte importante para una correcta disección de personajes y contexto. ¡Que viva México! tiene entretenimiento universal y un espejo para cada uno de nosotros.
La familia de Pancho y Mari representan a todos los integrantes de la clase media y media alta que se han opuesto categorícamente a AMLO, mismo que los ha convertido en un estereotipo que todos conocemos como "fifis", entonces Estrada tuvo la genialidad de contratar a Poncho y Ana como intérpretes extrovertidos y exagerados de este sector social ahora satanizado por los morenistas y hasta por sus mismas acciones opositorias. El presidente ha convertido a la derecha en un sector privilegiado, virtualmente ignorante e inmisericorde hacia el prójimo, y generalizar tiene graves consecuencias tanto para uno y otro que ambos actores supieron exprimir para bifurcar su crítica social y no beneficiar a ninguno. He ahí la magia del también autor de El infierno.
Tras deshumanizar a la derecha, Estrada trabajó en la construcción de la clase baja. ¿Quiénes son los pobres según AMLO? Bien lo dice el director en su ambiciosa y peligrosa reconstrucción en cada uno de los integrantes de la familia Reyes: obreros y ninis; toda persona cuyas oportunidades nulas son atribuidas a la realidad social que viven y nunca justificada bajo la autocrítica. Por eso bien dice uno de los personajes de la película, "si eres pobre estás del lado correcto de la historia", porque eres a quien el gobierno "ayuda" (y se chinga) con tal de mantener a una mayoría en la boleta electoral.
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Sin embargo, ¿quiénes son todos esos ninis? Decimos que es peligrosa la ambición de Estrada en el grado construir personajes pobres que encuentran su desahogo social en actividades criminales como la estafa a la propia familia (como sucede al personaje de Herrera), la tranza, el tráfico de armas, drogas, influencias y personas, entre otras atribuidas a cada uno de los Reyes. Al mismo tiempo, Estrada los utiliza para señalar a la iglesia católica como encubridores de pedófilos y gobernantes corruptos, escudados en la propia ideología morenista de ayudar a los pobres a como de lugar. Una osadía tremenda de Estrada en el sentido de que una lectura superficial de algún espectador desembocaría en un precipitado cuestionamiento: "¿entonces la mayoría de los pobres son gente mala?". Pero, una vez más, en este espacio entendemos lo ácido del director y la exageración de la que suele valerse para atacar todas las vértices que le inquietan en la realidad.
'¡Qué viva México!': Luis Estrada describe lo feo que es el mexicano en una fraseEl director también vuelve a confiar en Alcázar y Cosío para realizar una interpretación triple, es decir, ambos actores tuvieron a cargo tres personajes. Lo increíble del realizador es convencer a un ávido de la política obradorista de burlarse del estereotipo que tanto defiende su presidente, de exagerarlo y mutarlo en una caricatura cruel; después, de retomar una parodia de Juan Vargas (La ley de Herodes) para ser Regino, un banquero y alcalde de La Prosperidad que atiende las deudas y "ayuda" a los pobres por medio del Banco del Bienestar, cuya incorruptibilidad se ve mermada por la ambición de poseer la herencia de su abuelo a costa de toda su familia. Regino desmuestra que todos, incluidos los morenistas, tienen un precio para perder su honestidad. Sacar a Alcazar de sus ideas, aunque sea para un terreno profesional, es algo que sólo Estrada logra. Y sí, absolutamente todos tenemos un precio ¿cuál es el suyo y a costa de quiénes?
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El hilo conductor de toda vorágine social es Pancho, un hombre que también simboliza el auge y caída de un hombre, de un régimen, de una tendencia, de una dinastía, de un modelo, etc. Pancho puede ser cualquiera, desde Obrador hasta un padre de familia que se ha visto afectado por las reformas en las leyes. Con ese personaje entendemos a cualquiera de los demás, incluso a su esposa, cortesía de Ana de la Reguera, que a leguas es una parodia de la esposa de Javier Duarte, el exgobernador de Veracruz, Karime Macías, cuyo cateo a propiedades en 2019 develó sus lujos y una libreta donde se regocijaba de la opulenta vida que se daba a costa del hambre y las enfermedades que su marido no atendía en las personas de su estado. "Merezco abundancia", la filosofía de Mary.
Ni pobres ni ricos; ni buenos ni malos; ni corruptos ni honestos; ni negros, ni blancos, ni heterosexuales ni transgéneros; ¡Qué viva México! tira contra el falso progresismo y la mermada dictadura a través de casi tres horas y media de película que, por irónico que suene, es el más grande pecado de Estrada y el rebase de sus propios límites. Si bien la película se saca un 10 en su interpretación, todo eso se va desmoronando a medida que se vuelve un ciclo repetitivo. Te frustra, y es bueno que genere esta reacción en cuestión de una sátira, pero poco a poco esa frustración germina en un hartazgo donde reacomodarte en tu butaca o ir al baño se vuelve un opción sin dudarlo para estirar las piernas y saber el desenlace. Estamos en tiempos donde parece que exceder las tres horas es obligatorio y no tiene que ser así, en especial para una película tan compleja como lo es la última obra del director de Un mundo maravilloso.
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¡Que viva México! es una llamada de atención para todo aquel que romantiza una promesa difícil de llegar, que ataca el nulo progreso de la izquierda y critica la martirización de los dinosaurios del poder, que enseña cómo "el fracaso es la felicidad de otros" forma parte de la idiosincrasia de un mexicano nublado por las promesas de un mesías, mismo que ha causado una polarización y obstaculizado su propio crecimiento con base en censura (es el único gobierno que no otorgó fondos a una película de Estrada) y amenazas disfrazadas en conferencias matutinas. ¿Ustedes de qué lado están y cómo hacer para que este país no se alegre del fracaso del otro? Feliz prosperidad a todos.