Brendan Fraser, conocido por sus papeles en George de la selva, Mi novio atómico, La momia y Viaje al centro de la tierra, no recibió muchos premios cuando era niño. "Creo que el único premio que gané fue un trofeo de bolos en cuarto grado", dice en entrevista para Los Angeles Times. "Y escribieron mal mi nombre. Era como 'Branten Fushner' o algo así", se ríe con desdén el actor de 54 años. "Entonces, sí, esto es nuevo para mí".
El "esto" al que se refiere es la temporada de los Oscar, que este año lo ha colocado como el favorito, incluso por encima de Austin Butler, Paul Mescal y Colin Farrell. Han pasado casi exactamente cinco meses desde que The Whale se estrenó en el Festival de Cine de Venecia, la multitud lo bañó en una ovación de pie que lo dejó llorando.
Desde entonces, ha habido una conversación y un debate interminable en torno a su película, basada en la obra de teatro de Samuel D. Hunter, sobre Charlie, un profesor que imparte clases en línea que vive con obesidad severa y los errores que ha cometido como padre y que busca reconectar con su hija (Sadie Sink).
Fraser, con su comportamiento amable y abierto, ha escuchado los elogios y también las críticas, incluso aquellas voces que han señalado que la película de Darren Aronofsky es gordofóbica. Y aunque todo lo que está viviendo le parece un poco abrumador siempre piensa en los consejos que le dió uno de sus mejores amigos y con quien compartió créditos en Dioses y monstruos, Ian McKellen: "Sé bueno, sé breve, siéntate".
Los premios no formaban parte del mundo de Fraser cuando escuchó por primera vez que el director de Réquiem por un sueño y El cisne negro quería reunirse con él. Al leer el guión que Hunter adaptó de su propia obra con muchos elementos autobiográficos, Fraser se conectó instantáneamente con Charlie. "Sentí que conocía a este tipo de una manera completa", comparte el actor. "Me recordó a un mentor mío de la escuela. Me recordó a mis amigos en el teatro. Me recordó a mis personajes favoritos de la literatura y el cine. Por la respuesta que estoy viendo a esta película, creo que todos conocen a Charlie”.
Las extensas prótesis que se usaron para crear el cuerpo obeso de Charlie han sido bien documentadas en videos e imágenes detrás de cámaras, pero se ha dicho menos sobre el estilo de habla distintivo que Fraser inventó para el personaje. La creencia inquebrantable de Charlie en la decencia inherente de las personas se ve atenuada por su voz susurrante y dolorida, que comunica su profunda desolación espiritual.
"Él está claramente entorpecido por su cuerpo", dice el actor que colaborará en Killers of the Flower Moon de Martin Scorsese. "Y cuando el cuerpo tiene un peso así, comprime los pulmones. La respiración es un gran problema para las personas con obesidad: a veces hay un estertor y un silbido en los pulmones. Así que su voz es tensa por todas esas razones, pero sobre todo por la emotividad del personaje".
Fraser también se preocupó por capturar la difícil situación de Charlie con precisión, asistiendo a varias sesiones de terapia organizadas por Obesity Action Coalition. "Los trastornos alimentarios son diabólicos, y Charlie tiene un trastorno alimentario", dice. "Tienes que tener respeto por una enfermedad, y Charlie no lo ha reconocido, no lo ha abrazado y no lo tiene en cuenta".
Pero aunque Charlie tiene una insuficiencia cardíaca congestiva y solo le quedan días de vida, Fraser rechaza la noción de que el personaje se está suicidando conscientemente al comer en exceso. "No es alguien que tenga ganas de morir", insiste. "Él es alguien que ha pasado por una gran cantidad de confusión emocional, y la comida como medicina es la medicina equivocada para lo que realmente lo está enfermando; eso solo está tratando de llenar el vacío del trauma, y ese trauma está representado por el tamaño del cuerpo que lleva consigo".