México es un país con siglos de rica historia, incluyendo el pasado prehispánico, la época colonial y las vastas leyendas urbanas como explicación de distintos aspectos de nuestra identidad. No es de extrañar, entonces, que los realizadores cinematográficos se interesen en el género del terror para abordar distintas problemáticas contemporáneas, incluyendo a Jorge Michel Grau con Somos lo que hay, Issa López con Vuelven e Isaac Ezban con Mal de ojo.
Una de las nuevas y talentosas voces que se une a esta lista es Michelle Garza Cervera con su ópera prima, Huesera, recientemente estrenada en Cinépolis y Cinemex. La película se centra en Valeria (Natalia Solián), una mujer encantada de saber que está embarazada. Sin embargo, comienza a percibir que un espíritu malévolo la ha maldecido y no puede convencer a su pareja (Alfonso Dosal), amigos y familiares de que algo sobrenatural quiere a su bebé.
Disruptiva Films
Estamos ante una película cuidadosamente elaborada que destaca por una puesta en escena verosímil; un montaje inteligente que, acompañado de pequeños pero efectivos efectos visuales, contribuye a generar una atmósfera de terror; un diseño sonoro elocuente; y actuaciones convincentes. Todos estos elementos le permiten a la directora no sólo involucrarse en los terrenos del terror sobrenatural, sino también cuestionar la forma en que la sociedad mexicana construye los roles de género.
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Sin perder de vista su originalidad y contexto propio (la secuencia de apertura resulta tan fascinante como perturbadora al ver la nimiedad del ser humano frente a la Monumental Virgen de Guadalupe de Ocuilan como una especie de premonición de lo que se verá a lo largo del relato), Huesera, que también cuenta con las actuaciones de Mercedes Hernández, Mayra Batalla y Sonia Couoh, no teme rendir homenaje y hacer guiños elegantes y sutiles a obras maestras del terror psicológico.
Primero resaltan Repulsión y El bebé de Rosemary, ambas de Roman Polanski. De la película protagonizada por Catherine Deneuve se recupera la peculiar relación que mantiene con su hermana insensible y ensimismada (Yvonne Furneaux). Mientras que, de la segunda película del autor polaco, influye cómo vive su proceso de embarazo, lleno de angustias y pesadillas, el personaje de Mia Farrow.
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En este sentido, las mujeres y la maternidad han comenzado a ser un tema recurrente en el cine de terror de los últimos años. Desde The Babadook, dirigida por Jennifer Kent, hasta The Monster con Zoe Kazan, se plantea la idea de la brutalidad del proceso del parto y el miedo, como si se tratara del Frankenstein de Mary Shelley, de dar a luz a un monstruo.
Además del potencial trauma de no saber cómo conducir las relaciones entre padres e hijos en una atmósfera donde se teje lo siniestro y la rareza, donde se transita de lo familiar a lo desconocido como ocurre en la cruda y escalofriante Don’t Look Now de Nicolas Roeg.
