Situada en la guerra civil irlandesa, Martin McDonagh nos transporta en su cuarto largometraje Los espíritus de la isla, The Banshees of Inisherin en su título original, a una pequeña isla durante 1923. Mostrando su gran influencia teatral, el director y dramaturgo presenta a Colin Farrell y Brendan Gleeson como dos amigos de muchos años cuya relación se ve interrumpida cuando uno decide terminarla sin razón aparente, provocando una lucha interminable entre ambas partes que roza en lo trágico y cuya resolución puedes encontrar ya en Cinemex y Cinépolis.
Desde el primer cuadro resalta el panorama verde y rural de Inisherin, la isla donde viven los personajes de la historia. Las imágenes parecen simples, pues se priorizan los diálogos sobre ellas, presentándonos una puesta en escena más bien teatral, pero aún así McDonagh se ayuda de ellas para señalar los límites de la vida campestre y su monotonía: asistir a la iglesia, cuidar al ganado y acudir al pub, lugar que visitan frecuentemente Pádraic (Farrell) y Colm (Gleeson), al igual que el inquieto y desamparado joven Dominic (Barry Keoghan).
En la cinematografía de Ben Davis (La desaparición de Eleanor Rigby) aparece el reflejo de la ventana de Colm vemos una silla vacía, aquella que, por decisión de él mismo, acaba de liberarse de la presencia de Pádraic. McDonagh tiene la habilidad de introducir la comedia en los diálogos, aunque sus motivaciones son más bien trágicas, pues esconden todo lo que atraviesa una persona que vive rezagada en un lugar tan pequeño, que no solo se encuentra a la sombra de Inglaterra sino de la isla principal de Irlanda.
'Los espíritus de la isla' es la mejor película comedia musical en los Golden Globes 2023Para abordar el estancamiento profesional, la soledad, depresión y violencia; todo ello con un conflicto bélico detrás, el cineasta nos propone que, al igual que los rebeldes en la guerra civil, los personajes luchan contra aquello que los atormenta y los incentiva a salir de lo habitual, pero los problemas son tan grandes que no saben cómo abordarlos, dejando entrever las restricciones socio-afectivas de la época, en las que los animales son compañía más cercana que la de otra persona.
A lo largo de la cinta, el también director de Siete psicópatas vuelve a sus raíces irlandesas para retomar el dialecto de la isla que le da título a la película. “Banshee”, se entiende como una mujer que lamenta el advenimiento de una tragedia, la cual recae sobre la señora McCormick (Sheila Flitton); un personaje que aparece esporádicamente, casi como una presencia espiritual, que indica una desgracia inevitable. Queda a consideración del espectador cuál es dicha pérdida, pero McDonagh propone que ésta va más allá de la física.
En su largometraje anterior, el realizador angloirlandés ya había abordado la pérdida en Tres anuncios por un crimen y en su nueva cinta vuelve a hacerlo. Pádraic se rehúsa a afrontar el vacío de un compañero y el duelo ante la desaparición de un vínculo fraternal, mientras que Colm vive con el miedo a morir sin ser trascendente para los demás. La primera mitad de la película se percibe más como una comedia, pero gracias al montaje de Mikkel E.G. Nielsen, la transición a la tragedia es bastante sutil frente al espectador.
Quizás es la hermana de Pádraic, Siobhán (Kerry Condon), la herramienta del cineasta para arriesgarse a comprobar la incógnita de lo que podría ser. Esto no la exime de sufrir las mismas emociones que los dos protagonistas, pues podemos verla soportar los comentarios de los demás habitantes de Inisherin, además de escuchar su llanto en las noches. Sin importar lo ocupada que sea la vida en el campo para una mujer, es ésta quien decide alienarse de sus lamentos y buscar nuevas, pero inestables e inseguras, oportunidades del otro lado del agua.
Oscar 2023: 'Los espíritus de la isla' recordaron a Colin Farrell que odia el teléfonoMcDonagh analiza la manera en la que los hombres de mediana edad asimilan su vida, sus relaciones y cómo son percibidos por los demás, enfatizando en el hecho que son capaces de seguir con una guerra implacable con tal de no dar el tratamiento necesario a una situación ni indagar en las emociones del ser humano. Si bien el humor negro es casi omnipresente, la película esconde algo mucho más profundo y desolador ante el espectador, la cual se recibe como una tragicomedia que borda en lo visceral.
La cámara retrata a la naturaleza como un elemento armonioso de apoyo para los personajes: la brisa del mar, el sonido de las olas, las colinas verdes y la compañía de los animales, pero ni siquiera éstos son capaces de satisfacer y llenar un asiento vacío. Los sonidos del combate armado nos recuerda que la amenaza está presente tanto física como emocionalmente, pero la música de Carter Burwell (Fargo) nos recuerda del folclor que rodea a la isla y que le brinda identidad a las personas implicadas en la historia.
Lo que Los espíritus de la isla logra es algo que, más allá de lo entretenido, perturba a la audiencia por un guion que balancea el humor y el drama, ejecutado a la perfección gracias a las actuaciones magnánimas de su elenco, en donde la pérdida de una amistad es más miserable e inesperada que cualquier otra, proponiendo, a la vez, que la soledad y el olvido son estados tan macabros para el ser humano que, con tal de evitarlos, pueden realizar lo inconcebible y caer en lo absurdo.